MEDALLAS MATRIMONIALES

  

 Composición medallas
Composición medallas

                       

 
PERTENECIENTES A LA COLECCIÓN ROMERO ORTIZ, REPRESENTAN EL GUSTO POR LOS OBJETOS COTIDIANOS PARA ACOMPAÑAR A LOS MILITARES EN LAS COLECCIONES PARTICULARES DE FINALES DEL SIGLO XIX”.
 
 
Durante el siglo XIX, el coleccionismo particular experimentó un gran auge, sobre todo en la figura de la burguesía. Los militares y personajes relacionados con el Ejército de Tierra no fueron ajenos a esto, y además de piezas como armas, uniformes o recuerdos de grandes hechos o personas, adquirieron piezas de otro estilo como las medallas que hoy les presentamos, pertenecientes a la colección Romero Ortiz. 
Desde la aparición de las monedas, y posteriormente de las medallas, estuvieron unidas a los actos matrimoniales, algunas con un carácter público, a modo de conmemoración o publicidad de este evento, y otras de carácter privado, para familiares y allegados. Debido al valor de estas piezas, los primeros en utilizarlas fueron reyes, y posteriormente todo aquel que pudiese permitírselo.
El auge de las medallas se produce a partir del siglo XV. El origen de las matrimoniales tiene un marcado origen religioso. Estas medallas en algunos países europeos vienen a sustituir a las monedas que se entregaban como garantía del matrimonio o como dote (nuestras conocidas arras) Solían estar hechas de plata, aunque también encontramos en otros materiales. Las escenas representadas tenían que ver con la unión entre un hombre y una mujer, acompañadas en la mayoría de los casos de símbolos religiosos.
La más antigua de las que les mostramos (la de mayor tamaño) fue realizada en el siglo XVII en Polonia por el grabador Johann Höhn el Viejo. En este momento es común la representación de escenas en ambas caras. En el anverso aparecen un hombre con una pala y una mujer con con una rueca con sus manos unidas por una cadena con candado, sujetando un altar con dos corazones ardiendo. Un cupido los sostiene a ambos mientras que una mano con un arco aparece en el cielo. En el reverso se representan dos manos unidas sujetando una flor (común en este tipo de medallas) sobre la vista panorámica de Gdańsk; en la parte superior una paloma de la paz sobre el fondo de un sol radiante; bajo la vista de la ciudad, un anillo con dos palomas y las iniciales de los contrayentes grabadas. A finales del siglo XVIII las representaciones en el reverso suelen desaparecer para dejar un espacio en el que se graban las iniciales de los contrayentes de forma artística. Ese es el caso de las otras dos medallas de plata de la imagen, francesas, que responden al tipo napoleónico con anverso con una escena clásica una, y una escena bíblica (Jacob y Raquel) la otra, y reverso con una corona de flores que enmarca las iniciales de los novios. La tercera, francesa, diseñada por Raymond Gayrard y de Puymaurin, es especial tanto por el material (bronce) como por la forma y representación. Parece que tuvo gran éxito en el siglo XIX y su temática era satírica-alegórica. Se la conoce como Jetón Felicidad y Desgracia (leyenda que aparece en su anverso) En el reverso se representa a la Fortuna repartiendo abundancia con su cuerno, y con su rueda girando delante de ella. Sujeta a un cupido ciego que utiliza el arco a modo de bastón. En la parte de abajo, sobre el nombre del grabador aparecen dos topos, nueva referencia a la ceguera de la fortuna y el amor. 
Aunque el uso de estas medallas en ceremonias fue decayendo a partir del siglo XX, en algunos países todavía se entregan como recuerdo del enlace a los invitados. Importantes diseñadores como Christian Lacroix están realizando modelos de este tipo. Sin olvidar la importancia que en España siguen teniendo las arras en los enlaces religiosos. 
 
                                                   Beatriz Jiménez Bermejo