MUSEO EN LA VITRINA: Bombo de quintos del siglo XIX

  

 Bombo de quintos del siglo XIX. Museo del Ejército.
Bombo de quintos del siglo XIX. Museo del Ejército.

El bombo de quintos fue, durante mucho tiempo, un objeto determinante en la vida de los jóvenes en edad de prestar servicio militar, una lotería que marcaría el destino de los elegidos. En la colección de patrimonio etnográfico del Museo del Ejército contamos con dos bombos de estas características. El que mostramos se puede ver en nuestro recorrido histórico, sala Liberales y Absolutistas (1788-1843). Se trata de un bombo procedente de Lugo y data de 1839. En su interior podemos observar las bolas con las que se procedía al sorteo. Los números extraídos del bombo determinarían qué jóvenes debían alistarse y a qué lugares se les iba a destinar.

 

El sistema de los “quintos” fue adoptado en España a principios del siglo XVIII, con la llegada de los borbones. Copiaba el modelo francés de reclutamiento, basado en las “quintas”, que se denominaban así porque se escogía para el servicio a una quinta parte de los mozos en edad militar mediante sorteo. Desde entonces, y aunque los porcentajes y las edades de los elegidos fueran variando, el nombre de los “quintos” ha permanecido hasta nuestros días. El sistema de quintas fue utilizado de forma irregular y legislado a través de distintas Ordenanzas, hasta que en 1812 las Cortes de Cádiz proclamaron el principio de obligatoreidad del Servicio Militar para todos los varones, y en 1876 la nueva Constitución generalizó este servicio para toda España.

 

 

Durante el periodo en que está datado este bombo el sorteo se realizaría en el mes de abril y se regularía por Ordenanza de 1837. Durante el siglo XIX y principios del XX, los números del sorteo eran extraídos por niños, pero desde 1924 la acción se militariza y las bolas son extraídas por Jefes u Oficiales. El sorteo se realizaba con dos bombos, en los cuales se introducían respectivamente los nombres de cada mozo y los números. Una vez sorteados, se procedía a medir a los mozos para excluir a aquellos que, literalmente, no diesen la talla. También serían excluidos del servicio los mozos que cumpliesen algunos requisitos, como estar inscritos como hombres de mar y dedicados a la pesca o navegación, los carpinteros que trabajasen para arselanes, quienes hubieran pagado para evitar el reclutamiento, o quienes tuvieran a su cargo a determinados familiares en condiciones de dependencia. El futuro de cada quinto dependía del número que sacasen en el sorteo, en el que se elegía a los futuros soldados y a los suplentes, necesarios en vista de las numerosas reclamaciones que se producían para conseguir la exención.

 

 

 

Estos sorteos se vivían como un momento de incertidumbre, que marcaba un punto de inflexión en la vida de los sorteados. La tradición del sorteo de quintos se conoce también en algunos lugares como “suerte del cántaro”, ya que en ocasiones se usaron cántaros en lugar de bombos para sortear. Fruto del sorteo de quintos se conservan además otros elementos etnográficos, como canciones, las coplas de quintos, y refranes, plagados de frases trágicas del tipo “hijo sorteado, hijo muerto y no enterrado”. Igualmente, las fiestas de quintos, que han llegado en cierto modo hasta la actualidad, eran una costumbre que se realizaba tras el sorteo. Suponían un último momento de distensión y de despedida de los mozos que, tras salir sorteados, caminaban hacia un futuro incierto marcado por estos bombos.

                        María Moreno Rodríguez

Imágenes

  • MUSEO DEL EJÉRCITO

    Bombo de quintos del siglo XIX
    Bombo de quintos del siglo XIX