Vestirse para la ocasión

  

 Pintor Federico de Madrazo
Pintor Federico de Madrazo

 

Hoy nos detenemos en un extraordinario retrato firmado por Federico de Madrazo y Kuntz en 1850. Pintor de Cámara, Director de la Real Academia de San Fernando y Director del Museo del Prado, el maestro con mayúsculas de la pintura romántica española, definirá la imagen institucional de la Isabel II, siendo su modelo el que marcó la identidad de la Reina dentro y fuera de las fronteras españolas.
 
Vestirse para la ocasión era imprescindible en la sociedad romántica. El traje de alta sociedad debía responder a ciertas etiquetas, siendo esencial su definición para mostrar la posición de quien lo vestía. El tipo de evento marcará un estricto protocolo para cada ocasión, distinguiendo entre trajes de salón, de teatro, de ópera o de baile. Dependiendo del acto, de la edad y del estado civil de la dama, se elegirán unos u otros trajes. La posición social de la retratada que hoy proponemos es especial, a primera vista se presenta como una dama de la alta sociedad pero la presencia de ciertos complementos y símbolos nos permitirá avanzar algunas posiciones. Firma la obra Federico de Madrazo y Kuntz (1815-1894). El pintor realizó varios retratos de Isabel II, el modelo que nos ocupa simplifica el que fue definido para presidir el Salón del Trono del Palazzo di Spagna en Roma, sede de la Embajada de España en la Santa Sede. La composición se convertirá en efigie oficial de la Reina en el ámbito público e institucional, ocupando un lugar de privilegio en las estancias oficiales y difundiendo la imagen “pretendida” de la Reina. El propio Madrazo realizó algunas variaciones del original, simplificando la escena y acortando la figura. Este retrato es el resultado de una de estas variaciones.
 
 
El ideal femenino convive en esta composición con el despliegue propio del retrato de corte. Cuando una autoridad regia debía presentarse en público lo hacía siguiendo el modelo de traje de baile, convertido en traje de gala y acompañado por los accesorios propios de su estatus. Isabel II, Reina de España, viste en este retrato traje azul con escote “de berta”, el traje de sociedad romántico por excelencia. Se suma al conjunto el accesorio imprescindible del momento, los guantes, esenciales para vestir las manos de acuerdo a la etiqueta de las damas. Hasta aquí la lectura del vestir refleja el camino definido por la moda sin demasiadas variaciones, pero les invitamos a leer al detalle. Comenzamos con la evidente riqueza del adorno del traje, en perfecto diálogo con las llamativas joyas que lo complementan: una diadema de perlas y diamantes, un llamativo collar de perlas y un brazalete camafeo. Esta extraordinaria colección enlaza además con la presencia de ciertos atributos de la soberanía, observamos el cetro y la corona sobre el almohadón de terciopelo grana, mostrados en un plano intermedio pero presentes. La riqueza de las joyas y del cuidado vestido de gala, son reflejo de la moda de una época; su combinación con los símbolos regios eleva sin duda la categoría de la retratada.
 
 

 

La historia de este cuadro y su entrada en las colecciones del Museo merece ser recordada por lo peculiar del caso. El Archivo Histórico del Museo [AH 102/46] conserva una nota manuscrita que describe que en el mes de enero de 1940 la monja del Hospital Militar Gómez Ulla, Sor Benigna Murugarren, encontró este cuadro en el sótano del Hospital. Sor Benigna informó al Director del centro, quien lo entregó al general Bermúdez de Castro, Director del Museo del Ejército. Conservamos además el acta de entrega de la obra, como regalo de S.M. el Rey Consorte Francisco de Asís, al Cuerpo de Sanidad Militar. La retratada, la Reina Isabel II, guarda también relación con la Institución depositaria, ella firmó el Reglamento para el Régimen y Gobierno del Cuerpo de Sanidad Militar, refrendado por el General O´Donnell el de 12 de abril de 1855. Una azarosa historia para un retrato “oficial” que muestra a una mujer vestida “a la moda”. La maestría del pincel de Federico de Madrazo logrará el equilibrio entre la elegancia, vistiéndola para la ocasión, y solemnidad, gracias a la presencia de los signos de identidad de la retratada. Los signos de una Reina vestida de gala y transformada en icono de la imagen regia.

María López Pérez

 

 

 

 

 

 

 

 

Imágenes

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    Pintor Federico de Madrazo
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