La mayoría de la gente asocia la población francesa de Versalles con el magnífico Palacio que existe allí. Escenario del lujo y boato de la corte real francesa, especialmente durante el siglo XVIII hasta la llegada de la Revolución Francesa en 1789. Lo que no tanta gente sabe es que desde 1792, se instaló allí una fábrica de armas. Pero no una cualquiera, sino una que fabricaba armas de una calidad superior a las del resto. Basadas en modelos militares muchas de ellas, pero fabricadas con un lujo en los materiales y técnicas empleados que causaran un gran efecto por su belleza y nivel artístico.
Tras la Revolución Francesa y la llegada como Director Artístico del armero Nicolas-Noël Boutet, dicha fábrica adquirió una nueva dimensión.
En el apartado de la decoración de las armas se impuso todo un nuevo tipo de motivos decorativos, que sustituyeron al recargado rococó que había sido el preponderante en Francia hasta el momento. Los motivos neoclásicos, basados en la época romana, griega y egipcia , sumado a motivos mitológicos, vegetales y animales, fueron poblando con diferentes técnicas todos los espacios posibles en el armamento que salía de
Los cañones se pavonaban en intensos azules cobalto; se grababan con todo tipo de motivos y se doraban con el mejor oro; la plata se utilizaba para realizar las guarniciones y para embutirla en la madera formando trofeos militares; las cajas se grababan con meritorios motivos cinegéticos en alto relieve; y las armas se presentaban en preciosos estuches forrados del mejor terciopelo; y los accesorios que las acompañaban se realizaban con los mejores materiales como marfiles, cueros y maderas nobles.
Durante el periodo revolucionario se eliminaron las condecoraciones y distintivos militares, siendo sustituidas por armas de lujo, sacadas de esta fábrica, con el fin de honrar las acciones de militares y también de civiles, que hubieran destacado en el servicio a la nueva Francia revolucionaria.
No sólo los franceses fueron los destinatarios de estas armas joyas. Aliados, amigos, o simplemente personajes cuyo favor o relación se buscaba tener eran también agasajados con estas piezas, especialmente mientras Napoleón ejerció como primer cónsul. Así cuando lo mejor de la armada española fue concentrada y aislada en el puerto francés de Brest, con intenciones de ser utilizada contra Inglaterra en virtud de los tratados de alianza entre ambos países, todos y cada uno de los comandantes españoles que mandaban los barcos de guerra allí preparados fueron obsequiados a su regreso con un estuche de pistolas de combate de lujo y un sable de honor por orden del primer cónsul Napoleón. Capitanes como Churruca, Coronado, Rojas, Gravina, Mazarredo, etc., fueron obsequiados con estas piezas. El Zar de Rusia, el Rey de España Carlos IV, Príncipes austríacos y polacos, etc., fueron así mismo algunos de los afortunados destinatarios de armas de guerra y caza de lujo, hoy conservadas en algunos de las mejores museos de todo el mundo.
El Museo del Ejército conserva varias piezas excepcionales salidas de esos talleres, como una escopeta de caza de dos cañones paralelos parcialmente mutilada, y una magnífica pistola de recompensa para oficiales superiores de marina. Esta última formaba parte de un estuche, hoy perdido, al igual que la otra pistola y sus accesorios. Posee elementos decorativos navales como anclas y barcos, que la identifican como destinada a un marino de cierta relevancia. Detalles como el cañón totalmente ochavado, las incrustaciones de plata en la caja o poseer un disparador al pelo, que permitía el disparo utilizando un sistema de mayor sensibilidad, la convierte en un arma de mayor lujo y nivel, que el resto de pistolas conocidas regaladas a militares españoles durante el periodo consular.
Las decoraciones, inscripciones y numeraciones que posee el arma nos permite datarla en la época consular, entre 1801 y 1802, cuando Napoleón como primer cónsul dominó la República francesa. Y por tanto creemos que es una de las pistolas que formaban parte de los estuches regalados a los capitanes españoles cuyos barcos estuvieron bloqueados varios años en el puerto de Brest.
Germán Dueñas Beraiz