Mirada real: Inquietud y desasosiego en el horizontel del fin de siglo.

  

 Mirada real: Inquietud y desasosiego en el horizonte del fin de siglo.
Óleo del pintor habanero Manuel Wssel de Guimbarda, presenta a la reina regente María Cristina de cuerpo entero y de luto, con su hijo Alfonso en brazos.
Al adentrarme en la exposición temporal del Museo del Ejército “1898 El final de cuatro siglos de Cuba y Filipinas españolas”, mi atención fue cautivada por un impresionante cuadro de la Reina Regente María Cristina con su hijo Alfonso en brazos. El pintor habanero Manuel Wssel de Guimbarda, la presenta de cuerpo entero y de luto. La expresión de la reina y la mirada de Alfonso hacia el espectador suscitaron en mí una profunda reflexión, además la madre inclina la cabeza hacia su hijo, quizás tratando de darle amparo. ¿Qué aflicción guardaba la reina? ¿Cuál era su desasosiego?
 
 
El siglo avanzaba con una velocidad inusitada, la segunda revolución industrial azuzada por los avances científicos y tecnológicos que generaban desajustes sociales y políticos con repercusión en toda Europa y por tanto en sus zonas de influencia. La superpoblación agrícola se dirigía hacia los incipientes centros industriales, originando migraciones, masivas tanto internas como transoceánicas. Este cambio provocó la urbanización acelerada, la reorganización del trabajo y la emergencia de los nuevos movimientos obreros.
 
 
El estado de agitación en las relaciones internacionales no era menor al del interior de los países. En Europa, Alemania recién unificada en un imperio (1871), pugnaba con el Reino Unido por la supremacía naval, buscando estaciones carboneras y de reparación, en el Caribe, en África, en el Pacífico y en China. En 1884-1885 tuvo lugar la “Conferencia de Berlín”  para “establecer las condiciones del desarrollo del comercio, la civilización y el bienestar moral y material africanos", lo que suponía el principio de la colonización de África. En su búsqueda de estaciones carboneras en el Pacífico se apoderó de las islas Carolinas (1885) y gracias a la intermediación del papa León XIII España recuperó sus islas.
 
 
 Italia, recién unificada (1870), también competía por la colonización en África (Eritrea 1890). Rusia después de la guerra con los turcos (1877-1878) se expandía hacia el este asomando por Vladivostok (declarada ciudad en 1880).El imperio Austrohúngaro formaba alianza con Alemania e Italia (1879) y en 1889 perdía a su heredero Rodolfo de Habsburgo. Francia recelaba de Alemania después de la perdida de Alsacia y Lorena (1870) y buscaba alianza con Rusia. El Reino Unido  disfrutaba de su “Esplendido aislamiento” rechazando cualquier compromiso diplomático, político, o militar, con otra potencia, siempre y cuando no se amenazaran sus colonias.
 
 
Al otro lado del Atlántico,  EE.UU. se erigía como el gran foco industrial americano, recibiendo millones de emigrantes europeos y consolidándose como una potencia emergente celosa de las intromisiones europeas prohibidas por la “Doctrina Monroe”. Su obsesión por Cuba, evidenciada por la política de "América para los americanos", añadía un componente crucial al escenario internacional.
El panorama tecnológico no se quedaba atrás, con inventos revolucionarios como el telégrafo, teléfono, fonógrafo, motor eléctrico, dinamo, gas, petróleo, acero, motor de explosión, automóvil, locomotora eléctrica, dinamita, submarino…
 
 
¡Ese era el desasosiego!, de inquietud hacia el futuro, sólo faltaba oírla decir: ¡Dios mío, lo que nos espera!
 

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  • Óleo del pintor habanero Manuel Wssel de Guimbarda, presenta a la reina regente María Cristina con su hijo Alfonso en brazos. La mirada de la reina evidencia el desasosiego de la época.

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