UNA ESPADA DE “PITONES”

  

 Museo del Ejército
De hoja manchega

Las espadas se pueden clasificar en base a múltiples conceptos. Como por ejemplo su uso principal, su tipología, cronología, la forma de su hoja, de su empuñadura, etc. Es decir a la hora de identificar una espada, podríamos decir que es de tipo civil o “de cinta”, del primer cuarto del siglo XVII, de guarnición de veneras y hoja de estoque de sección romboidal a cuatro mesas.

Este es el motivo, por el que en la pieza que presentamos en esta ocasión tenemos que hablar de diferentes conceptos y partes a la hora referirnos a la misma. En primer lugar tenemos que explicar la denominación “de pitones”, que hace referencia a dos piezas que surjen del final de la guarnición en ángulo recto. Se trataba de un tope para proteger el dorso de la mano que empuñaba la espada frente al filo de la del oponente, y que aparece relacionada con otro elemento de la guarda, como son las patillas, cuya misión era proteger los dedos que avanzaban sobre el recazo de la hoja para así mejorar el agarre de la espada. Se completa la empuñadura con un arriaz recto rematados en palmetas vueltas en direcciones opuestas, similares a las que rematan los pitones, un puño de madera forrado por un alambrado de torzal y dos virolas, y rematando todo el conjunto un pomo palmiforme. Se corresponde por tanto a un momento cronológico concreto que abarcaría el segundo y tercer cuarto del siglo XVI. Además, al encontrarse varios elementos de empuñadura rícamente cincelados y con restos de dorado, nos encontramos ante una pieza de una cierta calidad.

En cuanto a la hoja es ancha, a seis mesas con canal central y fuerte recazo, también acanalado, y con dos filos corridos hasta la punta. Siendo por tanto una espada de las que se podrían denominar “de a caballo” y de una cronología similar a la de la empuñadura. Además la hoja se encuentra firmada por el forjador en una de sus caras:

 

“LHPHS AGHADO”

 

Mientras que en la otra aparece una inscripción de carácter religioso:

 

IESUS MARIA

 

Este nombre, latinizado, se corresponde con un forjador de hojas de espada Lope Aguado que ha sido considerado como uno de los más relevantes de mediados del siglo XVI, y tradicionalmente vinculado Toledo y la población conquense de San Clemente. Su fama fue tal, que autores tan relevantes como Francisco de Quevedo le dedicaron algunos versos:

Floris, la fiesta pasada

tan rica de caballeros,

si la hicieran taberneros

no saliera más aguada.

Yo ví nacer ensalada

en un manto, en un terrado,

y berros en un tablado;

y en atacados coritos

sanguijuelas, no mosquitos,

y espadas de Lope Aguado.

 

Fiesta de toros con rejones, al Principe de Gales, en que llovio mucho

 

Las últimas investigaciones indican cláramente que este armero vivió y trabajó exclusivamente en San Clemente, donde existió en el siglo XVI un pequeño núcleo de forjadores de espadas. Incluso en alguna hoja que ha llegado hasta nuestros días, aparece grabado el nombre de este artesano, junto al de la población de San Clemente y la fecha de 1567.

 

 

 

GERMAN DUEÑAS BERAIZ