Fotografía, retrato y autoafirmación, en tierras de ultramar.

  

 Retrato mestizas
Retrato mestizas
El hechizo de la fotografía y la verosimilitud que ofreció en el género del retrato, encontró una rápida difusión en el contexto colonial. Las mujeres españolas y filipinas de clase pudiente, especialmente las mestizas, se retrataron siguiendo el modelo europeo configurando un corpus visual de autoafirmación social.

 

El invento de la fotografía llegó a tierras de ultramar. Su uso inaugurará el gusto por retratarse y por coleccionar la imagen, utilizando esa imagen como medio indiscutible de reafirmación y de pertenencia a un grupo. La colección de Fotografía Histórica del Museo del Ejército conserva buenos ejemplos de esta realidad, algunos de ellos pueden contemplarse en la exposición temporal “Frente al objetivo. Retratos de Estudio en la colección del Museo del Ejército”, abierta al público hasta el próximo mes de septiembre.

El retrato que hoy proponemos representa a dos mujeres mestizas, situadas dentro de una pujante clase social en la Filipinas colonial, posando al “modo europeo” y siguiendo las pautas marcadas desde un lenguaje de representación occidental. Al observar esta imagen viajamos hacia un contexto distinto al europeo; el cuidado modelo de composición es reflejo del retrato romántico de las tarjetas de visita y "cabinet", formatos difundidos con rapidez entre la sociedad europea, pero nuestro ojo se detiene en ciertos elementos que responden a un distinto corpus visual. Unos y otros retratos tendrán en común el interior de estudio y  la pose al gusto burgués, pero las imágenes tomadas en los gabinetes fotográficos de ultramar incluyen además elementos propios, característicos de su tradición y por ello cargados de un aire genuino y exótico. Hoy nos centraremos en el detalle del vestir y otros complementos. Respecto al vestir, el modelo de estos trajes femeninos se denomina tradicionalmente “estilo María Clara”, en directa alusión a la protagonista y heroína de la novela “Noli me Tangere” del escritor filipino José Rizal [1861-1896], publicada en Europa en 1887. María Clara, reflejo de la imagen de la mujer conservadora, aparece en pocas ocasiones de forma física en la obra pero es imprescindible desde el punto de vista conceptual, recordando a la propia Patria. Desde la llegada española a Filipinas las modas europeas se fusionarán con las autóctonas, este “traje de mestiza o baro´t” es ejemplo de esta fusión. La elección de este tipo de indumentaria para retratarse, refleja además un interés social de reafirmación, siguiendo el modelo del retrato burgués y convirtiendo a la fotografía no sólo en una herramienta para materializar el recuerdo, sino también como una oportunidad para coleccionar y estar a la moda.

El significado de esta composición adquiere con esta perspectiva una fuerte carga simbólica. Dos mujeres mestizas posando a la europea, un claro reflejo de estatus, reforzado en la elegante composición y en los complementos que las acompañan. No faltan los imprescindibles, como el abanico o el pañuelo, así como el libro que sostiene con delicadeza una de las retratadas, un libro a tener muy en cuenta ya que se trata de un álbum de fotografías. Con esta presencia, el retrato fotográfico adquiere protagonismo como símbolo dentro del propio retrato. Este objeto nos traslada además a los salones decimonónicos europeos. Nos recuerda el despliegue de imágenes que se contemplaban e intercambiaban en  estos espacios de ambiente burgués, donde el álbum se convirtió en elemento esencial de las reuniones femeninas. Su presencia en este retrato nos muestra la posición de sus protagonistas, su pertenencia a un grupo, pero también simboliza el poder de la fotografía como herramienta de poder. Observar esta imagen, captada por el nuevo “ojo mecánico”, nos recuerda además cómo la cámara hechizó a las clases medias europeas y de ultramar. Era  capaz de perpetuar su imagen, de la misma manera que hicieron las clases aristocráticas a lo largo de la historia mediante otras artes, especialmente la pintura. La posibilidad de multiplicar esta imagen permitió una mayor democratización del retrato, superó el soporte único, pero sin olvidar el carácter simbólico que puede contener la composición. La magia del retrato no desapareció con este extraordinario invento, se modificó la técnica pero se mantuvo lo esencial, la imagen que hoy presentamos es buen ejemplo de ello.

                    María López Pérez

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