El siglo XVIII fue muy convulso en Europa. La falta de herederos en varios reinos sirvió para que los países europeos intentaran aumentar su influencia en otras zonas. España atravesaba una gran crisis económica y había perdido su hegemonía anterior, a pesar de conservar los territorios de Ultramar. Tras la Guerra de Sucesión (1701-1713) y por lo establecido en el Tratado de Utrech, muchos de sus territorios en Europa fueron divididos, siendo Gran Bretaña la más beneficiada, no sólo con territorios, sino a nivel económico, rompiendo el monopolio comercial de España por mar. La mayoría de potencias Europeas se enfrentan de nuevo en la Guerra de Sucesión polaca (1733-1738). España participó, por el I Pacto de familia, como aliada de Francia, que apoyaba al depuesto Estanislao Leszczynski, yerno de Luis XV, en contra de Augusto III, hijo del anterior monarca. Pese a que el reino queda en manos del segundo, Polonia acabaría repartida entre los países vecinos. Antes del fin de la guerra, Francia pacta con Austria apoyar la Pragmática Sanción, por la que María Teresa de Habsburgo sería la heredera del Sacro Imperio Romano Germánico a cambio de diversas concesiones. Precisamente este será el motivo de la siguiente guerra europea, la Guerra de Sucesión Austríaca (1740-1748), en la que se enmarca esta bandera.
A la muerte del emperador Carlos VI, y pese a que muchos países habían aceptado la Pragmática Sanción, incluída Francia, los monarcas europeos vieron la oportunidad de hacerse con nuevos territorios. Gran Bretaña, Holanda, Cerdeña y Sajonia apoyaron a la nueva emperatriz, mientras que Francia, pese a lo acordado con Austria tras la Guerra de Sucesión polaca, recurrió a la Ley Sálica. España, en virtud del II Pacto de Familia, participó en la contienda para intentar restablecer su influencia en el norte de Italia, perdida tras la Guerra de Sucesión, pero finalizó su participación al fallecer Felipe V, ya que su sucesor, Fernando VI, inició una política de neutralidad con Gran Bretaña y Francia. Aun así, tras la finalización de la guerra, España ganó los ducados de Parma, Plasencia y Guastalla para el infante Felipe.
Esta bandera fue tomada en la batalla de Codogno, Italia, junto con otras nueve y un estandarte (5 de mayo de 1746) Se depositaron primeramente en la Basílica de Atocha y en 1810 se trasladan a la Armería Real. Nuestra bandera regresará a Atocha en 1849, lo que la salvó de ser destruida en el incendio de la Armería Real en 1884. Se trata de una bandera similar en decoración a las utilizadas en España en la segunda mitad del siglo XVII. Realizada en paño blanco, cuanta con una cenefa de picos amarillos y rojos que enmarca un escudo cuartelado que contiene las armas de Hungría, Bohemia, Borgoña y Tirol, y las iniciales MT en el escusón central. En la parte superior del escudo se encuentra la corona imperial y lo flanquean una rama de laurel y otra de palma. La bandera se encontraba en muy mal estado de conservación, restaurándose en 2004.
Beatriz Jiménez Bermejo