Las siete partidas de Alfonso X

  

 Libro de las siete partidas
Libro de las siete partidas
Las ediciones del scriptorium del rey Sabio de la Biblioteca del Museo del Ejército.
El Museo del Ejército conserva en su fondo antiguo algunos ejemplos de las diversas ediciones que se realizaron a lo largo el siglo XVI de las Partidas de Alfonso X, libros que reflejan la búsqueda de conocimiento del rey Sabio.

Las Siete Partidas fueron conocidas y leídas en toda Europa occidental, conformando el código más completo de la ley civil de la Edad Media. Todas ellas encabezan sus prólogos con el nombre del rey Alfonso X (1221-1284), patrono de esta compilación de leyes conocida en un primer momento como el “Libro del fuero de las leyes” (1256-1265) y posteriormente, de acuerdo a su división en secciones, denominada las “Siete Partidas”. Fueron numerosas las ediciones impresas que se realizaron de esta obra del scriptorium del rey Sabio, una dispersión material que dificulta en ocasiones su estudio en profundidad. La Biblioteca del Museo del Ejército conserva en su fondo antiguo algunos de estos ejemplos; la edición glosada por Gregorio López, impresa en Salamanca por Andrea de Portonaris en 1555, es uno de los ejemplares más interesantes que custodiamos en nuestro fondo antiguo.

El ejemplar de Portonariis se introduce en su primer folio como: ”Las siete partidas del sabio Rey don Alonfo el nono, nuevamente glosadas por el Licenciado Gregorio López del Confejo Real de Indias de fu Mageftad. Con fu reportorio muy Copiofo afi del Tefto como de la Glofa”, aclarando desde el inicio lo copioso de las glosas; recordemos que los comentarios de este jurista fueron ampliamente reconocidos y valorados. La impresión corresponde a Andrea Portonaris,  mercader de libros e impresor establecido en Salamanca que se presenta como “Impreffor de fu Mageftad”, señalando además que la empresa contó con el “privilegio Imperial”. El citado privilegio queda además reforzado simbólicamente con la presencia, en el grabado que centra el título del libro, del escudo de armas de Carlos I, acolado por el águila bicéfala y timbrado con la corona imperial. Los cuatro cuarteles del escudo representan los reinos heredados por Carlos I: en el primero y el cuarto, se representan los reinos de Castilla, León, Aragón, Navarra y Sicilia, junto a Nápoles, Granada, Jerusalén y Hungría, territorios heredados por vía materna; en el segundo y tercero, los territorios de su padre: Austria, Borgoña, Brabante, Flandes y Tirol. Rodea al escudo el collar del Toisón de Oro y dos columnas, las columnas de Hércules con el lema “Plus Ultra”. Cada elemento conlleva una fuerte carga simbólica; se trata de iconos del poder de un gran imperio, fuerte y sacro.

La utilización del escudo imperial aporta además un fuerte valor normativo a estas ediciones posteriores, recuperando el espíritu de Alfonso el Sabio por establecer una estructura ordenada, clara y comprensible; un carácter absoluto con la marca del poder y una veracidad casi indiscutible a ojos terrenales. Leemos en la Primera Partida que “los omnes naturalmente cobdician saber todas las cosas”, planteando la codicia por el saber como un sentir natural y sumando al  carácter organizativo del libro, cierta moral del conocimiento. Alfonso X encabeza todos los prólogos de las diversas ediciones y simbólicamente abandera también ese sentimiento de conocimiento y compilación impulsado por el deseo de renovación, centralizándolo en el conjunto de libros elaborados bajo su mecenazgo.

Su carácter jurídico es indiscutible y la variedad de materias parece reunir todo aquello de utilidad desde la perspectiva del derecho y la sociedad de su tiempo: la organización de la Iglesia y las claves para que el hombre conozca a Dios; la figura del rey como delegado de la divinidad; la justicia que permite la vida en paz entre los hombres; el derecho procesal, matrimonial y civil; las relaciones feudales y de vasallaje; el derecho de sucesiones y el derecho penal. Son asuntos esenciales para el buen funcionamiento de un Reino, en base al equilibrio entre las relaciones humanas y la justa gestión de sus propiedades materiales. Unos principios que no nos resultan ajenos y, por tanto, tienen un carácter atemporal. Este carácter explica que los libros del rey Sabio fueran glosados tiempo después, revisados y comentados por juristas interesados por su estudio; juristas como Gregorio López, quien comenta la edición que nos ocupa. El interés por convertir estos textos en libros de referencia puede observarse también en su forma de organización, además del mencionado título con el símbolo imperial y por tanto de autoridad, se incluye un índice o tabla de títulos, un espacio que indica el contenido de cada uno de los apartados tratados, aclarando al lector los temas abordados en cada uno de ellos.

Tanto por su organización como por su contenido, las Partidas son reflejo del microcosmos creado por el Alfonso X en la historia del saber, o más bien, del deseo de reunir ese saber para generaciones futuras. Una aspiración regia que se reflejará en estos títulos estudiados, organizados por contenidos y glosados en periodos posteriores. Recordando los versos de Lord Byron en su Visión del Juicio: “I settle all these things by intuition, Times present, past, to come, heaven, hell and all. Like King Alfonso” (Yo establezco estas cosas por intuición, tiempos presente, pasado y por venir, cielo, infierno y todo. Como el Rey Alfonso); quizás siguiendo esta romántica visión, pudo ser la poética intuición del rey Sabio recordada por Byron, la que impulsó esta empresa. Sea como fuere ha llegado a nosotros, con sus numerosas revisiones y comentarios, como uno de los más importantes legados de Castilla a la historia social y cultural en general y a la historia del Derecho en particular, mostrando con claridad las preocupaciones del Rey. El legado de Alfonso X, Sabio por su mecenazgo y entrega al conocimiento, nos ha llegado a través de sus libros, siendo una de las facetas más destacadas la relacionada con la obra legislativa: un nuevo Derecho que vemos en la revisión de las Partidas; una ambiciosa empresa que le convirtió en un Rey excepcional, que le valió el apelativo de “el Sabio”.

María López Pérez

 

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