23 de noviembre

  

 Estatua en bronce del rey castellano-leonés Fernando III el Santo, de COULLAUT VALERA, 1977. MUSEO DEL EJÉRCITO.
Estatua en bronce del rey castellano-leonés Fernando III el Santo, de COULLAUT VALERA, 1977. MUSEO DEL EJÉRCITO.

23 de noviembre de 1248

FERNANDO III EL SANTO CONQUISTA SEVILLA

El monarca de Castilla y León, Fernando III el Santo, conquistaba la ciudad de Sevilla el día 23 de noviembre de 1248.

La conquista de Sevilla  (Isbiliya)  tuvo lugar entre agosto de 1247 y el 23 de noviembre de 1248 por parte de las tropas cristianas de Fernando III de Castilla. La ciudad se encontraba bajo el dominio musulmán del caíd Axataf

A la conquista de la capital bética habían acudido fuerzas de todos los reinos peninsulares. El Infante Don Alfonso capitaneó las aragonesas. Los gallegos venían trayendo al frente al arzobispo de Santiago y los vizcaínos a las órdenes de Don Diego López de Haro. Junto a leoneses y castellanos estaban navarros, catalanes y portugueses. La conquista de este importante enclave musulmán vino a significar un anticipo de la unidad de los reinos peninsulares.

 

PARA SABER MÁS:

En el Al-Ándalus del siglo XIII las dos ciudades principales eran Córdoba y Sevilla. Fernando III había tomado Córdoba en 1236 y Jaén en 1246.

Fernando reunió en un Consejo a sus capitanes y a los maestres de las órdenes militares y decidieron dirigir sus esfuerzos hacia la ciudad de Sevilla, que tenía más de siete kilómetros de murallas. Para tomarla tuvieron que ponerse de acuerdo con el rey de Aragón, Jaime I, y con el rey de Granada, Alhamar, reino que había acordado ser feudo de Castilla tras la toma de Jaén.

 

 

En 1246 el obispo Jiménez de Rada realizó gestiones en Roma, obteniendo una bula de cruzada del papa Inocencio IV del 15 de marzo de 1247, según la cual Fernando podía tomar las tercias de fábrica para financiar los gastos de los que se desplazasen a la Reconquista de Sevilla por motivos cristianos. El reino de Castilla y León tuvo apoyo económico y militar de franceses, alemanes e italianos.

 

El rey Fernando encargó a Ramón de Bonifaz la constitución de una flota para tomar la ciudad portuaria de Sevilla. Éste consiguió trece naves gruesas además de algunas galeras y naves menores. La flota cristiana se dispuso a atacar a la flota musulmana, que se encontraba en superioridad numérica en el río Guadalquivir y Fernando III envió refuerzos terrestres.  El 20 de agosto de 1247 comenzó a asediar la ciudad, pero descubrieron que recibían refuerzos y víveres desde la fortaleza de San Juan de Aznalfarache utilizando el “puente de barcas”.

 

Fernando tomó la decisión de cortar el puente de barcas.  El puerto estaba protegido por una cadena que iba desde la Torre del Oro hasta la orilla opuesta, y los barcos capitaneados por Ramón Bonifaz y Rui Pérez (cargados de piedras para embestir con fuerza) rompieron esa cadena y después embistieron contra el puente y lo destruyeron. Tras esto, la ciudad intramuros quedó aislada.

 

En el asedio también se encontraba el infante Alfonso (futuro rey Alfonso X, hijo de Fernando III), que envió misivas a la ciudad amenazando con pasar a cuchillo a sus habitantes si se derribaba una sola teja de la mezquita o un solo ladrillo de su alminar (la futura Giralda).

 

Perdida toda esperanza de recibir ayuda de los almohades, Axataf y la conferencia de notables de la ciudad empezaron a plantearse la capitulación. Ofrecieron varias, que Fernando III rechazó.

 

Finalmente los musulmanes tuvieron que aceptar las condiciones de Fernando, que eran:

Que Sevilla había de ser entregada con todos sus edificios intactos. Que sus vecinos debían evacuarla en un mes, que se les daría un salvoconducto para ir a Jerez y un transporte de 5 naves y 8 galeras para los que quisieran irse a África. Que podrían vender sus casas y llevarse los enseres.

 

 

La ciudad se rindió en noviembre de 1248. El 23 de noviembre, cumpleaños del infante Alfonso, se produjo la entrega de las llaves de la ciudad. Axataf embarcó para Ceuta. Los andalusíes tenían un mes para abandonar Sevilla o convertirse en vasallos del rey cristiano Fernando III.

 

El monarca del Reino de Castilla y León y su séquito no entrarían  solemnemente en la ciudad hasta el 22 de diciembre, como homenaje a un sevillano muy especial para la cristiandad: San Isidoro de Sevilla. Celebrando con ello que la ciudad volvía a la cultura cristiana, europea y occidental.