LA HEROICIDAD DE LOS SOLDADOS ESPAÑOLES: ALFÉREZ HERNANDO DE ILLESCAS

  

 Armadura de soldado de la época y busto de El Gran Capitán. Museo del Ejército.
Armadura de soldado de la época y busto de El Gran Capitán. Museo del Ejército.

6 de noviembre 1503

BATALLA DE GARELLANO (ITALIA)

LA HEROICIDAD DE LOS SOLDADOS ESPAÑOLES:

ALFÉREZ HERNANDO DE ILLESCAS

 

Un alférez de los Tercios Españoles era el encargado de defender la bandera por encima de todo, hasta el punto, incluso, de hacerlo perdiendo su propia vida.

 

En el curso de los siglos muchos soldados españoles han caído al pie de las banderas que defendían, conscientes de que perderlas era abandonar una parte de la historia, del espíritu del pasado, del presente y del futuro de España. Hay muchos ejemplos de ello. De algunos conocemos el hecho protagonizado, pero no su nombre, que ha quedado en el anonimato.

Como  homenaje a todos ellos, exponemos el caso del Alférez Hernando de Illescas, que en la célebre batalla de Garellano, en la que El Gran Capitán aplastó a las tropas francesas, protagonizó un episodio heroico de esos que forjaron la leyenda de estas tropas españolas:

Efectivamente, Don Hernando portaba la bandera de su compañía, cuando un disparo le destrozó el brazo derecho. Cambió la enseña de brazo y continuó el avance, con la mala fortuna que una bala de cañón le arrancó el brazo izquierdo. Cogió entonces el asta de la bandera con ambos muñones y enarbolándola se puso a la cabeza de sus hombres gritando “¡España, España, España!”. Soldados así hicieron exclamar a sus enemigos: ”¡No hemos luchado con hombres sino con demonios!”

 

Juan Ginés de Sepúlveda, famoso humanista cordobés, pone en boca del Gran Capitán el siguiente hecho:

"He visto a un abanderado que, perdido el brazo que sostenía la bandera, la tomó en la mano izquierda sin retroceder, juzgando ignominioso dejar el lugar una vez ocupado. Poco después, atacando el enemigo, que buscaba apoderarse de aquella bandera, perdió también la mano izquierda. Y entonces, encendido el ánimo por la gloria y decidido a no perder antes la bandera que la vida, la estrechó entre sus brazos truncados y quedó allí sin moverse hasta que el enemigo huyó, rechazado por el honor de los nuestros".

Esto sucedió el 6 de noviembre de 1503, en el transcurso de la célebre batalla de Garellano, y el Alférez abanderado se llamaba Hernando de Illescas.

 

*Los soldados españoles aclamaban a España antes de entrar en combate. En la “Crónica de la Batalla de Pavía” de Sebastien Moreau, testigo de los hechos, éste relata: ” Los españoles empezaron a gritar a una: ”¡Victoria, España, España!” (esto sucedió el 24 de febrero de 1.525). Hace ya 500 años existía un sentimiento común de españolidad.

 

PARA SABER MÁS:

DATOS SOBRE LA FAMOSA BATALLA DE GARELLANO, QUE SE RESOLVIÓ LOS DÍAS 28 Y 29 DE DICIEMBRE DE 1503:

La batalla del Garellano supone un episodio clave de la segunda guerra de Nápoles, y dentro de ésta, de su tercera y última parte, llamada en ocasiones “Campaña del Garellano”, que comenzó a mediados de junio de 1503 con la entrada de un nuevo ejército francés en Italia y terminó el 1 de enero de 1504 con su rendición en la plaza que les había pertenecido, Gaeta.

La mencionada incursión francesa tuvo lugar cuando El Gran Capitán, Gonzalo Fernández de Córdoba,  general de los ejércitos españoles en Italia, se disponía a tomar la fortaleza de Gaeta con el fin de desalojar definitivamente al enemigo del Reino de Nápoles. La nueva amenaza le obligó a realizar un repliegue táctico hacia el Este del río Garellano, en cuyas cercanías ocupó varias plazas fuertes (San Germano, Montecasino, Roccasecca) con las que articuló un sistema defensivo para frenar el avance de los franceses. Cosa que logró hasta en tres ocasiones, en las que frustró sendos intentos de aquéllos de atravesar el río.

A mediados de noviembre de 1503, los ejércitos español y francés se encontraban todavía separados por el río. La situación se había estancado y ambos contendientes ocupaban unas pocas posiciones cerca de la orilla, en terrenos pantanosos, enfangados e insalubres, y sufriendo la lluvia, el frío, las enfermedades, la demora en las pagas y el hambre. Esto último era más acuciante en el bando español, que tenía mayores dificultades para hacer llegar los suministros al frente, mientras que los franceses podían recibirlos desde el mar a través de su plaza fuerte de Gaeta. La situación durante las seis semanas anteriores aproximadamente a la batalla fue la de una guerra de trincheras, con escaramuzas y a la espera de un inminente final: o bien la retirada o bien un enfrentamiento definitivo, y éste tuvo lugar los días 28 y 29 de diciembre y como ya hemos mencionado, el día 1 de enero de 1504 los franceses se rindieron en la plaza que les había pertenecido, Gaeta.

 

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  • Armadura de soldado de la época y busto de El Gran Capitán

    Armadura de soldado de la época y busto de El Gran Capitán. Museo del Ejército.
    Armadura de soldado de la época y busto de El Gran Capitán. Museo del Ejército.