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viernes 13 de noviembre de 2020

Número: 31 / 2020

Bautismo de la calle Academia de Matemáticas de Barcelona en la Academia de Ingenieros

Bautismo calle Academia de Matemáticas de Barcelona

Bautismo calle Academia de Matemáticas de Barcelona

Bautismo calle Academia de Matemáticas de Barcelona

Bautismo calle Academia de Matemáticas de Barcelona

Bautismo calle Academia de Matemáticas de Barcelona

Bautismo calle Academia de Matemáticas de Barcelona

El año 2020 se acerca a su fin, y se acercan a su fin también los eventos relacionados con el 300 aniversario de la Academia de Matemáticas de Barcelona, predecesora de la Academia de Ingenieros (ACING).

A lo largo del año, de este año tan atípico, y condicionadas por la crisis sanitaria, se han venido realizando en esta Academia distintas actividades conmemorativas de dicho aniversario. La última, y también la última prevista para el 2020 ha sido el bautismo de una calle de la ACING con el nombre de la Academia de Matemáticas.

El bautismo ha estado presidido por el General en activo más antiguo del Arma de Ingenieros, el General de División, Director de Adquisiciones del Mando de Apoyo Logístico del Ejército, Excelentísimo Sr. D. Fernando Miguel García y García de las Hijas.

La calle elegida para portar el nombre de una institución que durante más de 80 años formó a los ingenieros militares, fue precisamente la calle que alberga los edificios de aulas donde ahora también se forman los que serán los futuros oficiales y suboficiales del Arma de Ingenieros.

Sigue a continuación la reseña leída con ocasión del bautismo, y en la que se condensa tanto la significancia de la institución homenajeada como el sentido del bautismo realizado.

En este año 2020 se cumplen trescientos años, desde que allá por el 1720, la monarquía española decidiera establecer, lo que probablemente haya sido la primera academia de formación de oficiales del Ejército Español, la Academia de Matemáticas, en la ciudad de Barcelona. La Academia de Matemáticas era heredera de la prestigiosa Academia que existía en Bruselas, y que tras el Tratado de Utrecht quedó fuera del ámbito de la Corona española con la pérdida de los Países Bajos.

Se necesitaba un centro donde llevar a cabo la formación científica de los oficiales, y muy especialmente de los artilleros y de los ingenieros. Había que reconstruir un país afectado por el conflicto bélico, articular su defensa, racionalizar y mejorar sus comunicaciones, y atender a las nuevas necesidades urbanísticas.

Así, el 15 de octubre de 1720, el Ingeniero General Jorge Próspero de Verboom, creador el Cuerpo de Ingenieros nueve años antes, funda la Academia de Matemáticas de Barcelona. Su aparición fue el segundo gran hito en la conformación del Cuerpo, al proporcionar a los ingenieros, además de una sólida formación, el reconocimiento académico y científico del que ya gozaba su pericia profesional.

Durante sus 83 años de existencia, se formaron en ella los ingenieros españoles que conformaron el territorio de la España del siglo XVIII y parte del XIX. Recordemos que, hasta principios del siglo XIX, no hubo en España otros ingenieros que los ingenieros militares. Ellos, con la formación recibida en la Academia de Matemáticas, no sólo llenaron de fortalezas los territorios españoles en Europa y América, sino que ampliaron puertos, crearon canales de riego, proyectaron y ejecutaron carreteras, tendieron puentes, construyeron edificios de universidades, edificios religiosos, lonjas, hospitales, urbanizaron ciudades, y levantaron la cartografía de buena parte de España y sus territorios.

La Academia de Ingenieros, hoy en Hoyo de Manzanares, ha sido portadora del legado histórico de la Academia de Matemáticas. Su lema, “Nunc Minerva postea Palas”, primero el estudio, después la experiencia, según unos, y primero el conocimiento, después la guerra, según otros, es buena prueba de ello. Reflejaba entonces y refleja ahora el espíritu del centro de enseñanza en el que se forman los ingenieros militares, la necesidad del conocimiento, del estudio, de adquirir una sólida formación que permita luego solucionar los problemas técnicos, innovar, apoyar y proporcionar un valor añadido, en el campo de batalla, en la vida diaria, y, si es preciso en auxilio de la sociedad.

Un espíritu que deseamos que nuestros alumnos tengan presente. Éste es el motivo por el que se ha elegido precisamente esta calle para bautizarla con el nombre de la Academia de Matemáticas de Barcelona. La calle que aloja los principales edificios de aulas de la Academia,  la calle por la que todos los días transitan esos alumnos, y en la que al ver su nombre, y a pesar del que llegue el día en el que este bautismo se haya olvidado, tengan presente ese espíritu que un día dio origen a la Academia de Matemáticas, y hoy permanece invariablemente presente en su formación.