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viernes 30 de abril de 2021

Nombre: 140

Carta de un compañero

D. José Francisco Sánchez Del Blanco

D. José Francisco Sánchez Del Blanco

Blanco

Así te conocían muchos, José Francisco Sánchez Del Blanco

Has dedicado más de dos tercios de tu vida a Defensa, cuarenta y un años, como tu difunto padre, guardia civil. Ambos aplicasteis las normas, reglas y procedimientos dictados, siempre atendiendo, también, a la razón. Para ello te bastó un simple boli rojo y, claro está, tu saber hacer.

Entraste como voluntario en la Agrupación Obrera y Topográfica y en ella serviste y te licenciaste como cabo primero. En ese mismo Acuartelamiento Alfonso X que viste nacer, ahora ya formando parte del Centro Geográfico del Ejército, has corregido y editado innumerables libros y publicaciones militares.

Cuando empezaste con tu labor no había academias ni cursos de corrección de textos. Era un oficio, como tantos otros, que se aprendía trabajando. En este caso, devorando buena literatura en cuidadas ediciones; discutiendo por una coma con los linotipistas (esos obreros ilustrados con callos en los dedos por el calor del plomo); estudiando los manuales de ortotipógrafos como nuestro admirado Martínez de Sousa (al que conociste y con quien te carteabas), y, por supuesto, atendiendo* al corrector y aprendiendo de él.

Aunque naciste más al sur, ya de niño recorrías el cercano y madrileño barrio de Aluche. De joven te atrajo ese imán del Madrid de los ochenta (te independizaste en la calle de la Libertad, como te gustaba recordar), y la música de Rosendo, AC/DC y The Long Ryders te acompañó siempre. Alguna canción compusiste y, si había confianza, te dignaste a interpretar. No perdías ocasión de compartir gustos, vivencias y anécdotas musicales con cualquiera al que, como a ti, le brillara la mirada al hablar de rock.

Luego descubrirías, al norte, lo que siempre había formado parte de ti, tus raíces familiares: esas montañas de León, esos Picos de Europa, ese terruño de Lario, entre el agua de Riaño y las nubes de Tarna, adonde te escapabas en cuanto podías, donde siempre quisiste volver. Ten por seguro que, cuando vayamos por allí, tocaremos la tierra y miraremos al cielo.

Isabel, Javier, estamos aquí, para lo que necesitéis.

*atendedor: aprendiz de corrector. Según la RAE, «Persona que atiende a lo que va leyendo el corrector»; definición esta que disgustaba a los correctores, pues a veces preferían que el atendedor (normalmente un jovencito que quizá hubiera trasnochado…) leyera los originales, no fuera a dar cabezadas.