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Historial
Quien era Pedro Castillo Ramirez
Pedro Castillo Ramirez
Pedro Castillo Ramírez nació en Villarrobledo, provincia de Albacete, el día 4 de Marzo del año 1834, y entro a servir como quinto por su pueblo en el 1854, siendo destinado desde el principio al Regimiento de Farnesio.
Pedro Castillo es hijo legítimo de Pedro Castillo y de Vicenta Ramírez. A la manera que todos sus hermanos, era pastor cuando entro en quinta. De estatura alta, de aspecto grave, se le conocía en la casa de su amo con el apodo del serio.
Tomo parte en las revueltas habidas durante el bienio progresista de 1854 a 1856 que presidio el General Espartero, persiguiendo a las facciones que viajaban por Aragón, batiendo y dispersando al cabecilla Marcos Vello.
En 28 de Noviembre de 1859 salió con las demás fuerzas de su regimiento Farnesio para formar parte de la división de caballería destinada a funcionar en África.
Se embarcó con su escuadrón en 18 de diciembre, y permaneció en aquel país hasta fines de junio de 1860, habiéndose hallado en todas las acciones a que asistió su regimiento.
Fue licenciado en 1865 con más de diez años de servicio. Llamóse Don Pedro Castillo y a petición propia se le concedió un estanco en su pueblo. Llegó Don Pedro a ocupar la alcaldía de Villarobledo y murió en 1894.
Acción del 23 de enero de 1860
El 23 de enero de 1860, con su escuadrón cargó contra la caballería mora que asediaba al Batallón de Cazadores de Cantabria que, formado en cuadro, se defendía de sus acometidas en las inmediaciones del reducto "La Estrella".
El valiente Castillo gano la orilla del mortal pantano, descubrió dos musulmanes de caballería, que cruzaban a galope la llanura, llevando uno de ellos una magnifica bandera, la más grande, la más elegante que a los marroquíes se les ha visto en toda la campaña. El que la llevaba era el abanderado de la caballería, y el que marchaba junto a él un intrépido moro encargado de protegerla.
Partió a galope con la lanza enristrada detrás de los dos marroquíes. Aunque proverbial es la ligereza de los corceles africanos, más que los corceles de aquellos dos moros corrió el caballo de Castillo y cuando los jinetes musulmanes comprendieron por el cercano galopar, que el enemigo les daba alcance, fiados sin duda en que ellos eran dos y el cristiano uno, refrenaron su brutos, volvieron grupas al bosque a donde se dirigían, y le pararon frente.
Castillo que esto vio, sin acortar un punto de carrera inclino un poco el caballo a la izquierda y descargo una lanzada tan briosa al de la bandera, que lo atravesó de parte a parte por el vientre, pero el herido, en las ansias de la muerte, agarro con tan vertiginosa fuerza la lanza, que por algunos momentos quedo sin defensa Castillo, y aprovechando aquel instante el otro moro, descargo sobre Castillo una cuchillada tan fuerte que le corto el casco.
Entonces Castillo arranco de un violento tirón la lanza que aún tenía clavada y agarrada el herido, el herido cayó muerto a los pies de su caballo, y Castillo cargo denodado sobre el otro moro, que huyo a galope y que también hubiera sido víctima del valeroso cristiano a no haberse refugiado vergonzosamente en la trinchera.
Terminada la batalla, entregó el estandarte capturado al Brigadier Romero Palomeque, quien lo mostró a O'Donnell, y éste decidió enviarlo a España como regalo para el príncipe de Asturias por su santo".
Cabe citar, por último, que Pedro Castillo fue ascendido a Sargento por este hecho de armas y recompensado con la Cruz Laureada de San Fernando.
La Bandera
La bandera que Pedro Castillo quito a las huestes musulmanas, fue nada más y nada menos que la bandera de la caballería del Rey, la enseña nacional de aquellos numerosos escuadrones, a cuyo frente peleaba el príncipe de los Algarbes, el célebre Muley-el-Abbas.
La enseña es de damasco amarillo con matices verdes y azulados en los dibujos de su tejido. Es rectangular, tiene cordón y borlas de seda, y el paño inferior parece que forma pabellón, en lo que aparta del tipo general de las demás.
El estandarte ganado por el bravo Pedro Castillo fue regalado por el general O´Donell al entonces Príncipe de Asturias, Don Alfonso XII, en el día de su santo, y ha figurado expuesto durante muchos años en la basílica de Atocha.
Actualmente se encuentra entre los fondos del Museo del Ejército en el Alcazar de Toledo.