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- PALABRAS DEL TENIENTE GENERAL JUAN GÓMEZ DE SALAZAR MÍNGUEZ, JEFE DE LA FUERZA TERRESTRE, EN EL ACTO DE JURA DE BANDERA QUE TUVO LUGAR EL DÍA 13 DE MAYO DE 2017 EN LA PLAZA DE ESPAÑA DE SEVILLA.
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Notícies
sábado 13 de mayo de 2017
Nombre: 024
PALABRAS DEL TENIENTE GENERAL JUAN GÓMEZ DE SALAZAR MÍNGUEZ, JEFE DE LA FUERZA TERRESTRE, EN EL ACTO DE JURA DE BANDERA QUE TUVO LUGAR EL DÍA 13 DE MAYO DE 2017 EN LA PLAZA DE ESPAÑA DE SEVILLA.
España es mucho más que un espacio geográfico; España es una gran nación; un lugar abierto, diverso y dinámico que tiene identidad propia y una historia envidiable. Pero, sobre todo, España es una empresa común, unos principios y unos valores. Es un ideal y la garantía de nuestra libertad. Por eso vale la pena creer en nuestra nación y poder así apreciar el orgullo de ser español.
El mismo que acaban de sentir nuestros jurandos cuando han depositado su beso sobre el más representativo de nuestros símbolos, sobre nuestra bandera nacional. Ésa que encierra entre sus pliegues un sueño; un sueño de justicia, de libertad, de seguridad y de progreso junto al resto de Europa. Un sueño para promover el bien de cuantos integran la nación española. Un sueño que regalar a nuestros hijos, como han hecho nuestros padres y como hicieron antaño tantos y tantos españoles al darlo todo por ella para que hoy nosotros podamos decir que somos españoles, que España es nuestra nación.
La bandera no es un paño de determinadas dimensiones y colores, no es una insignia política, es más que un distintivo nacional; la bandera es el emblema de la patria, es la representación material del estado. En nuestra bandera están encarnadas las tradiciones gloriosas de nuestro pueblo. Mirándola recordamos hazañas heroicas, esfuerzos inauditos por nuestra independencia y episodios grandiosos de gloria y de esplendor.
La bandera nacional resume toda nuestra vida; porque, por uno de esos fenómenos morales para los que el análisis resulta impotente, esa bandera que acabáis de jurar nos muestra al mismo tiempo el pedazo de tierra en el que por primera vez admiramos la grandeza de la Providencia, nuestra casa, a nuestros antepasados y a toda la familia; recuerda el lugar donde se nos educó, los cánticos de nuestras regiones, nuestra lengua materna, nos hace aspirar el olor de nuestros campos y nos trae a la memoria el lugar de nuestros juegos de la niñez. Es el recuerdo vivo de los infortunios, de la alegría, de nuestras creencias, de las costumbres, de las artes, de las tradiciones y de las leyes. Esa bandera abraza a todo a la vez, desde el hogar familiar hasta la tierra en la que descansan nuestros abuelos.
No podemos olvidar que, al lado de los inmensos sacrificios de las generaciones que nos precedieron, de las existencias violentamente cortadas que nos presenta la historia, nuestros pequeños intereses y el interés mismo de nuestra vida, que tan capital nos parece, valen muy poco. ¿Qué es la vida de un hombre cuando se piensa en tantas vidas segadas, en tantas juventudes rotas? Es indudable que por su genio o por su valor puestos al servicio de todos, un hombre puede jugar un papel muy importante en la sociedad; pero viviendo únicamente para sí, ¿qué representa un individuo? Por eso es tan importante el patriotismo y abrir nuestro corazón a tan nobles emociones. Porque sin valores, sin creencias, si el alma está helada, si el espíritu no se conmueve ante estos sentimientos, jamás podrá comprenderse lo que es la patria y lo que la bandera representa. Merece la pena ilusionarse por España.
El patriotismo es el impulso que puede hacer grande y fuerte a un pueblo. Pero el patriota debe serlo de verdad, con desinterés y abnegación. La patriotería no es necesaria, no nos interesa, lo que hace falta son españoles dispuestos a sacrificarse por su país sea cual sea su ideología o religión, españoles que no hagan proclamar sus proezas. Españoles como estos que hoy forman con nosotros y a los que ahora me dirijo.
Tened presente que el juramento que acabáis de realizar os dará prestigio, os prestará aliento y fe en España y nos proporcionará a todos recíproca confianza. Porque el patriotismo siempre ha existido; si adormecido en ocasiones, en cambio ha bastado el más ligero soplo para que el español se haya mostrado arrogante, enérgico y dispuesto a ceder su fortuna, su vida y todo para salvar a su Patria. Este es el misterioso efecto de la palabra de honor que acabáis de empeñar. Por eso el amor a España -el patriotismo- es algo que se siente mejor que se explica.
CORONEL MANDE FIRMES
Concluyo dándoos la enhorabuena por vuestro juramento, rogando a Dios que cunda vuestro ejemplo y pidiéndoos a todos que, entorno a estas banderas que acabáis de besar, arropados por sus pliegues, todos a una, fuertes y apasionados por España, gritéis conmigo:
¡VIVA ESPAÑA!
¡VIVA EL REY!
¡VIVA EL EJÉRCITO!