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Texto no traducido
EL PALACIO COMO MUSEO
Bienvenido al Palacio de las Cigüeñas, antigua casa del Capitán D. Diego de Cáceres y Ovando, paladín de los Reyes Católicos.
El Palacio es un edificio singular del siglo XV, perteneciente al Ministerio de Defensa y asignado al Ejército de Tierra siendo la actual sede de la Comandancia Militar de la Plaza y Provincia de Cáceres.
En su interior alberga más de 300 fondos pertenecientes al Museo del Ejército, principalmente armamento, además de dos salas permanentes en recuerdo de las unidades militares que sirvieron en Cáceres, en épocas recientes, en concreto el regimiento Argel 27 y el CIR nº3.
Actualmente, la sala General Cervera y el patio principal del palacio dan cabida a exposiciones temporales que ocupan la mayor parte del año.
El Palacio de las Cigüeñas está situado en la zona más elevada de la Ciudad Monumental, en la plaza de San Pablo, ocupando parte del solar en el que estuvo el antiguo alcázar.
La fachada del palacio, de estilo gótico construido en mampostería con algunos paramentos de sillería de granito, está compuesta por un sencillo arco de medio punto con dovelas sobre el que hay una ventana de arco conopial, todo ello enmarcado por alfiz, conforme a la tradicional disposición de finales del siglo XV y dos escudos que flanquean la ventana perteneciente a la familia de los Ovando-Mogollón.
Su famosa torre es la única que fue autorizada a que se construyera con almenaje y sin límite de altura, por orden de la reina Isabel la católica, mientras que las demás habían de ser desmochadas, por tanto conserva sus almenas y altura original.
Las visitas a la torre, por la dificultad del acceso, solo pueden llevarse a cabo a través de cita previa y con guía oficial autorizado, por lo que debe ser solicitado con antelación al ayuntamiento de Cáceres, organismo autorizado por el Ministerio de Defensa para gestionar estas visitas.
El resto del museo se mantiene abierto la mayor parte de los sábados del año en horario de 1100 a 1400 horas y de 1700 a 2000 horas y los domingos en idéntico horario, pero solo de mañana.
Le invitamos a pasar y a disfrutar de esta visita gratuita.
ZAGUÁN
La actual entrada al Palacio, constituía el acceso al cuerpo de guardia. Se conserva la pequeña chimenea original y el alza de caballero compuesto por unos escalones y un sistema de polea que servían para ayudar al caballero a montar en el caballo cuando vestía la armadura que le impedía hacerlo fácilmente. Una vez izado sobre el caballo, el caballero tomaba rodela y lanza de las que puede contemplar algunos ejemplos, junto a una serie de antorchas, todas del siglo XV.
También se pueden contemplar diferentes armas de fuego que recorren rápidamente su historia, desde los arcabuces del siglo XVI (arma protagonista de los éxitos militares de los tercios españoles, invictos durante 200 años y también de las conquistas y descubrimientos en el llamado Nuevo Mundo), hasta las primeras armas largas, de mecha primero y de martillo y chispa después, finalizando con los primeros fusiles que emplearon la cartuchería en la segunda mitad del siglo XIX, con un incremento de la precisión y rapidez en el empleo.
Igualmente se puede ver una armadura completa de caballero del siglo XVI, procedente de una unidad histórica del Ejército.
A ambos lados se encuentra el acceso a la Torre y a la Sala del desaparecido Regimiento de Ametralladoras Argel n.º 27.
Adéntrese en el Patio Central para continuar la visita.
SALA ARGEL 27
Cáceres pasa en 1919 a contar con un regimiento Fijo en la ciudad. Se trata del Regimiento Segovia. Bajo ese nombre, tras el llamado DESASTRE DE ANNUAL el Regimiento cacereño constituye una de las primeras Unidades expedicionarias en socorrer a Melilla junto al Tercio de Extranjeros, las fuerzas Regulares y el regimiento de la Corona, de guarnición en Almería. A este socorro corresponden las Bajas que, en un homenaje en mármol, puede encontrar arriba en la parte frontal de la sala.
No sería hasta 1935 cuando el Regimiento de Segovia pasa a denominarse Regimiento Argel número 27.
Más tarde, son sus miembros los elegidos en la guerra civil para instruirse primero e instruir posteriormente a los soldados del bando sublevado como tripulantes de las incipientes Unidades de carros de combate. Tras la guerra civil, en 1960, se transformará en Regimiento de ametralladoras.
En 1964 el Regimiento se desactiva constituyéndose en Centro de Instrucción de Reclutas (CIR) número 3 y finalmente desaparece en el año 1985 dentro del plan META de modernización del Ejército de Tierra.
En la sala se recogen algunos objetos del Regimiento que han llegado a nuestros días:
A la izquierda, puede encontrar un misal y cáliz correspondiente al Regimiento en su última época. A continuación, dos ametralladoras correspondientes a principios del siglo XX y un mosquetón de finales del XIX que sirvieron en el ARGEL.
También podrá encontrar dos morteros de pequeño calibre, un maniquí vestido con el uniforme de época del Regimiento de infantería Inmemorial del rey.
A la derecha, junto a un tresillo con la espaldera y asiento de cuero repujado en el que aparece el emblema del Regimiento. Igualmente puede ver en una vitrina, la vajilla de muestra o prueba en la que el coronel probaba el menú diario, dando su visto bueno antes de ser servido; y también algunos atributos de Oficial de principios del siglo XX entre los que es reconocible el ROS, españolísima prenda de cabeza de la época.
Finalmente siguiendo el sentido de las agujas del reloj podrá examinar un cuadro con el escudo de armas de la Unidad en la que, por su historia, aparece el acueducto de Segovia, detrás a la derecha podrá ver los cuadros de buena parte de los jefes del Regimiento a lo largo de su existencia.
Buena parte de la sala la ocupa la bandera de combate del Regimiento ARGEL que, a pesar de estar desactivado desde 1964, sirve de bandera al CIR hasta que el Centro tiene la propia, razón por la que tras la aprobación de nuestra Constitución y de nuestro actual escudo nacional, se elabora la enseña que pueden contemplar para que siga sirviendo para jurar bandera a miles de españoles hasta el 1992.
PATIO INTERIOR
(Descargar audio parte 1) (Descargar audio parte 2)
Cuentan los cacereños que el Palacio de las Cigüeñas siempre estuvo ocupado por militares. Hasta 1957, fue la casa del Capitán Diego de Cáceres y Ovando y sus herederos, si eran varones, abrazaban la carrera de las armas.
En la fecha indicada, el Ministerio de la Guerra lo compra para servir de sede del Gobierno Militar, convirtiéndose en la actual sede de la Comandancia Militar.
Centrémonos en la historia del edificio y su primer poblador.
Diego de Cáceres y Ovando, nació en 1425 en Cáceres. Fue militar y paladín de los Reyes Católicos.
En 1445 prestó servicio al maestre de Alcántara Don Gutiérrez de Sotomayor, al cual se enfrentó, por lo que tuvo que huir de Cáceres.
En Aragón entró al servicio del infante Don Juan, Rey de Navarra y Aragón. Allí empezó a ser llamado, por su lugar de origen, Diego de Cáceres, ya que en realidad se llamaba Diego de Ovando.
En 1454, cuando murió el maestre de Alcántara, pudo regresar a Cáceres. El infante Don Alfonso le concedió el título de Capitán, y entró al servicio del nuevo maestre y pronto al del Rey Enrique IV.
A la muerte de Enrique IV en 1474 estalló la guerra de sucesión entre Juana la Beltraneja e Isabel la católica, ya casada con Fernando, hijo del rey Juan II de Aragón, a quien el Capitán había servido y como es natural, se puso del lado de éstos.
Ovando, aseguró Extremadura, y marchó a Zamora con sus tropas, teniendo una destacada intervención en la batalla de Toro, en la que fueron derrotados los portugueses por Fernando el Católico. Esto motivó que los partidarios de la Beltraneja reconocieran por reyes a Fernando y a Isabel.
Fue uno de los principales representantes de los Reyes Católicos en Cáceres, concediéndole autoridad sobre la Orden de Alcántara. Su esposa Doña Isabel Flores fué dama de la Reina Isabel la Católica. Su hijo Fray Nicolas de Ovando fue el primer gobernador de la isla de la Española y de todas las costas y tierra firme de las Indias Occidentales, sustituyendo a Cristóbal Colon en su gobierno.
Don Diego murió en 1487 en Monleón (Salamanca). Sus restos descansaron en el Convento de San Francisco, y finalmente en la Iglesia de San Mateo, junto al altar mayor.
Sitúese en el patio central.
Además de la Historia del palacio, merecen ser destacadas algunas singularidades arquitectónicas. La más interesante, que lo hace único en Cáceres, es el modo de apoyar los arcos que componen el patio central. Los arcos trasversales apoyan sobre los longitudinales sin encontrar columnas en ninguna de las cuatro esquinas ni en el propio patio ni en la planta superior que se encuentra cerrada con cristaleras plomadas.
Como curiosidad menor, las columnas del patio se encuentran descentradas, acaso por las reformas que vinieron a cambiar la configuración del patio a lo largo del tiempo o acaso para dejar francos los pasos y las vistas al acceso a los jardines posteriores de la casa.
Desde el patio arranca una escalera en la que apreciará una de las bóvedas cacereñas, así como los escalones de cantería que forman una figura de abanico alrededor de un pilar gótico, rematado con un león cuyas garras aprisionan el doble escudo de los Ovando – Mogollón. Se puede apreciar también parte de la colección de alabardas que podrá visitar en la llamada sala mora.
En la esquina del fondo a la derecha, encontrara uno de los tesoros de la visita. Se trata de una figura zoomorfa encontrada en los terrenos de Santa Ana en 1973. Es una escultura en piedra de factura ibérica de entre los siglos I antes y después de Cristo. Si bien es conocida la abundancia de zoomorfos en Cáceres y Castilla, este tiene la particularidad de representar un león, frente a los encontrados con forma de toros, cerdos o jabalíes de los que podrá encontrar bastantes muestras en el vecino museo de Cáceres.
El patio tiene un aljibe cuya función era recoger el agua de la lluvia para el abastecimiento. Se puede observar la inclinación del suelo para su mejor recogida y la presencia de un brocal de pozo para acceder al aljibe.
Finalmente, destacan las vitrinas que completan la colección de armas de fuego históricas de entre las cuales destacan los trabucos que evocan la época de la guerra de la independencia y de los bandoleros, o las tercerolas Remington, fusiles llamativamente cortos, que estuvieron en servicio en las Unidades de caballería.
En relación a las armas cortas, podrá encontrar pistolas de varios cañones que representan el origen de los posteriores revólveres.
Resulta de interés apreciar las armas de duelo a las que reconocerá por presentarse dos tan iguales que se fabricaban cuidadosamente seguidas en una serie para que llegada su participación en duelo a muerte, no representara ventaja para ninguno de los participantes.
Diríjase ahora a la sala CIR.
SALA CIR
La sala CIR pretende evocar el servicio militar de los cientos de miles de españoles que pasaron por los cuarteles cacereños de Infanta Isabel (actual sede de la Subdelegación de Defensa en Cáceres), La Constancia en Plasencia y Santa Ana. Es este último, el actual emplazamiento del CENTRO DE FORMACIÓN DE TROPA NÚMERO 1 que, heredero del CIR 3 es hoy un Centro Docente militar donde se imparten, entre otros, los planes de estudios para el ingreso en la escala de tropa del cuerpo general del Ejército de Tierra.
En la sala se puede contemplar 4 maniquíes con uniformes utilizados por del Ejército de Tierra, además de diverso armamento, libros y emblemas. Llama la atención el conocido CETME B, al que sustituiría el aún más recordado modelo C, pero también uno modelo L, un subfusil Z-70 una granada de mano, entre otros.
Entre los emblemas, destacan algunos de Ferroviarios, ya que fue en Cáceres donde se formaron por años, los reclutas de estas unidades tan específicas de nuestro Ejército.
Puede apreciar la bóveda cacereña, así como las réplicas de los diferentes monolitos que aún existen en Santa Ana. Las maquetas son obra de Francisco Trejo Rodríguez.
Entre ellas, destaca la maqueta de la Ermita de Santa Ana que da nombre a los terrenos donde se emplaza el Centro, seis kilómetros al Sur de la ciudad, y que fueron adquiridos por el Ministerio de Defensa en 1950 como campo de maniobras de los dos Regimientos que entonces existían en la provincia: el ARGEL en Cáceres y el ÓRDENES MILITARES en Plasencia.
También pueden ver un guion del Centro de Formación de Tropa nº 1 y la primera enseña nacional del CIR 3 que fue donada en 1992 por el Ayuntamiento de Cáceres. No deben pasar desapercibidos los muebles de forja que los albergan propiedad del Museo del Ejército.
Continúe su visita en la SALA MORA
SALA TENIENTE GENERAL CERVERA GARCIA
El excelentísimo señor Teniente General D. Vicente Cervera García que da nombre a la sala, fue Capitán General de la Región Militar Centro e hizo realidad una importante remodelación al Palacio de Cigüeñas en 1996, que lo dotó de la sala que lleva su nombre y la sala Argel, entre otros espacios expositivos con los que hoy cuenta.
La sala General Cervera es la sala dedicada hoy en día a las exposiciones temporales. Siga las explicaciones de la exposición actual.
Después finalice su visita dirigiéndose a la sala del Regimiento Argel.
SALA MORA
En la llamada sala mora se concentran la mayor parte de los fondos el Museo del Ejército que se corresponden con armas blancas.
Cada pieza tiene una historia y es digna de admirar. Observe los trabajos de las empuñaduras o las inscripciones de las armas.
La sala debe su nombre a los trabajos que lucen sus arcos en la ventana, en su asiento empotrado en la cabecera de la sala y en la puerta de acceso a los jardines. Son trabajos de finales de los años sesenta del siglo XX, que fueron encargados por el General Galindo, a la sazón Gobernador Militar de Cáceres, y que procedente de Ceuta, era amante del arte árabe.
Expuestas en vitrinas siguiendo el sentido de la visita vemos en la primera de ellas, una serie de espadas de ceñir o de paradas aristocráticas con los escudos de armas de Jefes de Estado. Estas espadas, lejos de ser armas de guerra, eran solo parte del uniforme y de su simbología. De este modo, podrá identificar una perteneciente a Alfonso XIII, a Isabel II, al que hubiera sido Carlos VII de haber ganado la Tercera Guerra Carlista, o del presidente de la Primera República.
A continuación, podrá encontrar otro buen número de espadas de ceñir en las que destacan sus emblemas militares, entre los que se encuentran la torre identificativa del cuerpo de ingenieros, la bomba (o pella) flameante de la Artillería o el antiguo símbolo de la infantería con dos fusiles cruzados sobre corneta de cazadores.
Las otras dos vitrinas del lateral izquierdo son trabajos de encargo de espadas de ceñir correspondientes a cargos civiles. En la última, como curiosidad, una espada encargada a la Fábrica de armas de Toledo para los funcionarios del Ayuntamiento de Madrid.
Si bien la mayor parte de las armas pertenecen a la forja de Toledo, se pueden encontrar algunas dagas de Albacete y varias hojas de la prestigiosa forja alemana de Solingen. A ésta pertenecen las que se encuentran en las vitrinas de delante de la ventana, lucen unas características empuñaduras con cabezas de animales. La tercera de estas espadas, de similar estilo, cuenta con una hoja perteneciente a una forja americana.
Destaca igualmente un curioso sable de brigadier francés que presenta hoja de acero muy curva. La vaina dorada presenta junto a sus anillas repujadas artísticamente los atributos correspondientes a escudo nacional de Méjico.
Es buen momento para admirar la colección de picas y alabardas. Encontrará entre ellas armas de guerra y otras construidas solo con la finalidad de servir de adorno o de emplearse en ceremonias militares. Le invitamos a curiosear en sus inscripciones y le retamos a encontrar una alabarda perteneciente a la Guardia Real de la Reina Isabel II otra del Rey Fernando VII y también un pequeño pájaro que forma parte de la forja de una de ellas.
La larga vitrina de la pared que continúa el recorrido, manteniendo rótulos de su antiguo uso en las salas de Toledo y Madrid, muestra una representación cronológica de armas blancas que comienza por un mandoble de principios del siglo XV (arma que debe su nombre a que había de ser blandido con las dos manos) y finaliza con sables de tropa de caballería que seguían sirviendo en el Ejército español a principios del siglo XX. No en vano, la historia recoge alguna carga de caballería en la guerra civil española en 1938, y es famosa la de 1921, llevada a cabo por el glorioso y laureado Regimiento Alcántara en el repliegue del llamado DESASTRE DE ANNUAL.