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Historial
CAPITANES GENERALES
GENERAL GUTIÉRREZ GENERAL WEYLER GENERAL GARCÍA- ESCAMEZ
RESEÑAS HISTÓRICAS
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SANTA CRUZ DE TENERIFE Y LOS CAPITANES GENERALES
El 25 de julio de 1797, la ciudad de Santa Cruz de Tenerife defendió frente a los ingleses, con sublime heroísmo la libertad, al mismo tiempo que conquistaba preciados galardones y recompensas que colmaron de honor a sus hijos y la elevaron al rango de villa con jurisdicción exenta. El artífice de la victoria fue el Capitán General Don Antonio Gutiérrez, quien con extraordinario acierto dispuso y dirigió la defensa de la plaza.
Santa Cruz debe a los Capitanes Generales su conversión en plaza militar de primer orden. Desde el puerto y muelle de Santa Cruz hasta los caminos de ronda de la ciudad, cada construcción, obra o reforma puede adscribirse al nombre de un Capitán General. Así, entre otros, el primer muelle de Santa Cruz (hoy embebido por el dique sur y la plaza de España) fue construido en el siglo XVIII por los Generales Bonito Pignatelli y Urbina, y consolidado por Berardí y el marqués de Branciforte; el abastecimiento de aguas de Santa Cruz, base sustancial del futuro desarrollo de la urbe y el puerto, fue acometido, en 1708, por Don Agustín de Robles; el sistema de conducción fue totalmente renovado en 1776, por el marqués de Tabalosos, así como la tercera red de canales, fue empresa personal del famoso General Morales (1827); el puente de piedra sobre el barranco de Santos fue proyectado en 1773 por el General López Fernández de Heredia ; el puente de Zurita, en el camino de La Laguna (1754), se debió al celoso empuje de Urbina; el abovedado del barranquillo del Aceite, para abrir al tráfico la calle de este nombre (1798) se construyó por iniciativa del mariscal Perlasca; el caserón de la Aduana Real, en la caleta, fue dirigido y rematado en 1742 por el General Bonito Pignatelli; el Hospicio de San Carlos fue concebido y auspiciado por Don Miguel de la Grua; la alameda de la Marina, se pudo llevar a cabo gracias a la tenacidad del marqués de Branciforte; el General Pereyra, marqués de la Concordia, dotó a Santa Cruz de una segunda alameda (1.838), que en homenaje al promotor fue bautizada con su nombre. Joaquín Ravenet proyectó la urbanización y ensanche de la calle de la Marina (1858); Narciso Ametller y el marqués de Tenerife auspiciaron el trazado de las plazas del Príncipe y Weyler y el camino de ronda o paseo de los coches (las espléndidas ramblas de hoy) fue proyectado y construido por Don Jerónimo Benavente en 1662. En marzo de 1943, el General de División D. Francisco García-Escamez e Iniesta, recibe el cargo de Jefe del Mando Económico de Canarias, desarrollando una extraordinaria labor en beneficio de la población civil.
Santa Cruz debe a los Capitanes Generales su conversión en plaza militar de primer orden. Desde el puerto y muelle de Santa Cruz hasta los caminos de ronda de la ciudad, cada construcción, obra o reforma puede adscribirse al nombre de un Capitán General. Así, entre otros, el primer muelle de Santa Cruz (hoy embebido por el dique sur y la plaza de España) fue construido en el siglo XVIII por los Generales Bonito Pignatelli y Urbina, y consolidado por Berardí y el marqués de Branciforte; el abastecimiento de aguas de Santa Cruz, base sustancial del futuro desarrollo de la urbe y el puerto, fue acometido, en 1708, por Don Agustín de Robles; el sistema de conducción fue totalmente renovado en 1776, por el marqués de Tabalosos, así como la tercera red de canales, fue empresa personal del famoso General Morales (1827); el puente de piedra sobre el barranco de Santos fue proyectado en 1773 por el General López Fernández de Heredia ; el puente de Zurita, en el camino de La Laguna (1754), se debió al celoso empuje de Urbina; el abovedado del barranquillo del Aceite, para abrir al tráfico la calle de este nombre (1798) se construyó por iniciativa del mariscal Perlasca; el caserón de la Aduana Real, en la caleta, fue dirigido y rematado en 1742 por el General Bonito Pignatelli; el Hospicio de San Carlos fue concebido y auspiciado por Don Miguel de la Grua; la alameda de la Marina, se pudo llevar a cabo gracias a la tenacidad del marqués de Branciforte; el General Pereyra, marqués de la Concordia, dotó a Santa Cruz de una segunda alameda (1.838), que en homenaje al promotor fue bautizada con su nombre. Joaquín Ravenet proyectó la urbanización y ensanche de la calle de la Marina (1858); Narciso Ametller y el marqués de Tenerife auspiciaron el trazado de las plazas del Príncipe y Weyler y el camino de ronda o paseo de los coches (las espléndidas ramblas de hoy) fue proyectado y construido por Don Jerónimo Benavente en 1662. En marzo de 1943, el General de División D. Francisco García-Escamez e Iniesta, recibe el cargo de Jefe del Mando Económico de Canarias, desarrollando una extraordinaria labor en beneficio de la población civil.