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viernes 23 de abril de 2021

Número: 14 / 2021

17 de abril, 310 años de Ingenieros Militares

Burgos, noviembre 2019. Unidades del Arma reu

Burgos, noviembre 2019. Unidades del Arma reu

Algunos Ingenieros heroicos e ilustres

Algunos Ingenieros heroicos e ilustres

Ellos son nuestro futuro. Entrega de RRDD jul20 ACING

Ellos son nuestro futuro. Entrega de RRDD jul20 ACING

 

Por segundo año consecutivo llegamos a un 17 de abril en el que la situación de crisis sanitaria en la que estamos inmersos nos impide celebrar presencialmente el aniversario de nuestro nacimiento como Cuerpo, el aniversario de la creación del Cuerpo de Ingenieros Militares. Por segundo año consecutivo no podremos rememorar en el patio de Armas de la Academia de Ingenieros, como es tradicional, unidos el Arma de Ingenieros y el Cuerpo de Ingenieros Politécnicos, nuestro origen común.

Desde 1711, y durante 229 años, fuimos un único cuerpo. No lo somos desde 1940. Pero ello no es óbice para que sigamos compartiendo un mismo espíritu, el del ingeniero militar. Desde siglos antes de la creación del Cuerpo, y hasta casi un siglo después, no hubo otros ingenieros que los militares. No es hasta casi finalizado el primer siglo de existencia del Cuerpo, en 1799, cuando se materializa de forma fehaciente la distinción entre la ingeniería militar y la ingeniería civil con la creación del Cuerpo de Ingenieros de Caminos y Canales del Reino, y tres años más tarde, de la Escuela de Caminos de Madrid. Como no podía ser de otra forma, ambos fundados por un ingeniero militar, Agustín de Betancourt y Molina, verdadero paladín de cómo conjugar por entonces los aspectos civiles y militares de la ingeniería.

A lo largo del segundo siglo de existencia del Cuerpo de Ingenieros, el XIX, el papel de los Ingenieros militares va adquiriendo una vocación cada vez más estrictamente militar. Pero la relevancia de su papel en el desarrollo tecnológico de España no cesa. Incorporando nuevas técnicas al servicio del Ejército, los ingenieros militares se convirtieron en auténtica locomotora del desarrollo tecnológico en los Ejércitos, pero también del conjunto de España.

Son muchos los ejemplos que se podrían citar, pero sirva de muestra alguno. De lo primero uno harto conocido, la creación de la Aeroestación, que devino en la Aeronáutica y finalmente en la Aviación, incluyendo dentro de su periplo en el Arma de Ingenieros su evolución hasta el actual Ejército del Aire. También el automovilismo militar, dentro del cual con frecuencia se olvida que germinaron los orígenes de las actuales Unidades Mecanizadas y Acorazadas. De lo segundo, del tirón tecnológico de los ingenieros militares en beneficio de la sociedad, son sólo algunos ejemplos la telegrafía, el alumbrado eléctrico o el de la invención de la radio (el Comandante Julio Cervera, 11 años antes que Marconi). Pero también intervenciones directas de los ingenieros militares en el seno de la sociedad civil, como la creación de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, la del Instituto Geográfico Nacional, la del Cuerpo de Inspectores de Trabajo, o la invención del tren TALGO.

Nuestra historia está repleta de Ingenieros ilustres y heroicos, y de obras y acciones que han supuesto notables aportaciones al avance tecnológico y al avance de la sociedad. Tenemos, una triple obligación a este respecto. La primera, la de conocer esas aportaciones, su transcendencia y significado. La segunda, la de darlas a conocer. Muchos sectores de nuestra sociedad desconocen lo transcendente de la aportación de los ingenieros militares a la ciencia, a la tecnología y a la sociedad. Y la tercera, evitar el riesgo de quedarnos anclados en esa historia.

Es cierto que hoy, como corresponde a la celebración del aniversario, toca mirar hacia atrás. Pero no para sentir nostalgia, no para basar nuestro orgullo exclusivamente en lo conseguido por las generaciones precedentes. Les estaríamos traicionando, estaríamos echando por la borda sus logros. Sólo estaremos legitimados a sentirnos orgullosos de nuestra historia si formamos parte de ella, si somos continuadores de la obra de los que nos precedieron.