Misión: recoger el cuerpo de un compañero caído
Capitán Miguel Ángel Fresneda
Teniente Alberto Martín
Mando de Operaciones Especiales
Después de muchas misiones en Afganistán —llevan desde el 30 de junio de 2009 en zona de operaciones— y de muchas horas de combate, se le asigna a la Unidad de Enlace y Observación (UEO) XIII, procedente del Mando de Operaciones Especiales (MOE) del Ejército español, una misión diferente: deben apoyar a la Policía afgana, que va a recoger en Gueira Shuri el cadáver de un compañero que fue asesinado en un ataque de la insurgencia esa misma mañana. Saben que es Ramadán y, por ese motivo, el cadáver debe ser recogido cuanto antes. Saben que la muerte vive cerca, pero también que esos caídos en combate tienen seres queridos que les esperan para rezarles y poder entregarse al duelo con su cuerpo presente, poder tocar su fría piel por última vez y llorarles.
Es 5 de septiembre de ese mismo año y sobre las ocho de la mañana se alerta a la UEO de la nueva misión, después de dos días de combate. A las diez y media se inicia el movimiento en una columna compuesta por 4 vehículos de la Policía afgana, 10 vehículos del Ejército afgano y 11 vehículos del Equipo de Reconstrucción Provincial del Ejército español, donde va integrada la UEO. Cordobite, jefe de la UEO XIII, sabe que no va a ser fácil la misión. No necesitan esperar mucho tiempo para darse cuenta de que la insurgencia se está concentrando entre los pueblos de Mamaka y Buluda. Para ellos, el verbo más importante que existe en ese momento es ‘saber’. Saber y conocer el pasado, en su historia; el presente, en sus costumbres y tradiciones que tanto forjan la mirada y el pensamiento; y el futuro, en las acciones que pueden sobrevenir por los movimientos propios y extraños. Saben, porque les han informado, que la insurgencia se encuentra preparando una emboscada y colocando minas en la entrada del valle de Gueira Shuri, en la ruta planeada.
Sobre las doce de la mañana los vehículos españoles entran en la población de Sang Atesh-Mamaka, y la Policía afgana les informa de que hace 15 minutos recibieron fuego de cohetes. El cielo, con el calor, parece que se mueve, los montes hacen notar su tierra tórrida y los caminos se cierran en el horizonte con la calima; todo se esfuma y los soldados españoles solo tienen en mente la misión: van a recoger a un compañero afgano caído. En ese momento, la UEO despliega en la zona anterior para cruzar el vado que separa las poblaciones de Sang Atesh-Mamaka y Sang Atesh-Buluda (Ludina) para intentar localizar a la insurgencia.
A las 12.15 el Centro de Operaciones informa de que la insurgencia posiblemente haya colocado dos minas en las inmediaciones del primer check point de la Policía afgana. No más de 15 minutos después, se escucha una explosión en ese lugar y ven una columna de humo en la zona. Viven de señales, en el viento, en la tierra o en el valle. Viven de señales que de pronto aparecen y de pronto se esfuman en el aire. Viven de los sentidos y de saber antes que el enemigo cuáles son los caminos de la zona de muerte o de la de vida. Saben que la insurgencia no ignora que un convoy del Equipo de Reconstrucción Provincial español va a ir a Gueira Shuri a recoger el cuerpo del policía afgano. Nunca se abandona a nadie, ni aquí ni en ningún lado.
Durante todo este tiempo, Candado, Quinn y Friki, los tiradores, observan cómo entran hasta ocho motos desde la zona de Gueira Shuri hacia Buluda y otras tres motos llegan a Ludina, donde solo sube el viento, desde el noroeste. También ven a varias mujeres y niños que salen corriendo del pueblo. La insurgencia ya está allí, asfixiando a los civiles, y siempre lleva como compañero al miedo colgando en volandas. Pronto se observa que el tiempo se ha parado en el pueblo, que ya no hay movimiento, que solo el aire anda por sus calles de tierra y que en silencio suena una tensa espera. Cuervo, el tirador de precisión, ha localizado una casa con unas 10 personas dentro y ha visto a un hombre armado que parecía estar dando órdenes con un walkie-talkie, y también movimiento de motos en otras coordenadas.
Mientras tanto, Cordobite explica a los jefes del Ejército y de la Policía afganos la maniobra que se va a llevar a cabo con su apoyo. Consistirá en realizar un amago de ir por el camino principal de la ruta Lithium, estableciendo una protección al oeste del camino en dirección al pueblo de Ludina —donde se están concentrando insurgentes—, y de esa manera fijar al enemigo sobre Ludina o atraer a posibles efectivos hacia esa posición. Así se retraerán de otras emboscadas más al norte, permitiendo a la Task Force española “Lince”, junto con la Policía afgana, tomar el camino alternativo paralelo a la Lithium para realizar la misión principal de ir al Check Point nº 2 en busca del policía caído. Su cuerpo sin vida espera que lo rescaten pronto para poder ser velado por sus familiares. Alguien que ha dado su vida por la libertad merece eso y mucho más.
Cualquier rumor parece haberse extinguido y fluir solo por el subsuelo, bajo las botas de esos soldados que saben que, para cumplir una misión, tarde o temprano es necesario pisar el terreno. A las 13.45 se da la orden a las unidades del Ejército afgano para que ocupen posiciones de apoyo según lo planeado, desplegando hacia Sang Atesh-Buluda. La Policía afgana va a vanguardia y, protegiéndola, la Task Force “Lince” española. Una vez pasado el río y enfilando el camino, se ordena al Ejército afgano que se repliegue y vaya tras los españoles por la vía alternativa hasta el Puesto de Mando nº 2, para atraer la atención de la insurgencia.
Nunca se abandona a nadie,
ni aquí ni en ningún lado
A los 30 minutos de iniciar el movimiento, se da el aviso por radio de que los soldados afganos están recibiendo fuego de fusilería y cohetes desde los alrededores del pueblo de Ludina. Inmediatamente deben replegarse, y los últimos vehículos de la Task Force “Lince” informan de la precipitación con la que se mueven, incluso con el vuelco de uno de sus vehículos que portaba un cañón antiaéreo, en medio de la explanada expuesta. En ese momento, los españoles tienen que iniciar el movimiento para ocupar posiciones de apoyo a los militares afganos, que se hallan en una situación muy comprometida y que ya tienen un herido. Se escuchan disparos desde el norte, a los que se contesta desde los vehículos de la UEO, con dureza. Parece que todos los espíritus se concentran en los valles de Ludina, donde solo se ve subir el viento. La insurgencia ya sabe que los aliados están determinados a cumplir su misión. Los silbidos de los cohetes y las balas llenan el aire de una letanía sonora a la que están muy acostumbrados los guerrilleros del Mando de Operaciones Especiales. Debido a la intensidad del ataque, a las 15.10 Bullfighter, el TACP encargado del control aerotáctico, pide apoyo aéreo y se confirma que el tiempo estimado de llegada de dos F-18 es de 25 minutos.
A las 15.14, la columna de la Task Force española “Lince” entra en posición para cubrir las maniobras de recuperación del vehículo por el Ejército afgano. Una vez que la Task Force está en posición, se empieza a recibir fuego procedente desde tres puntos del pueblo de Buluda (las cotas del este, el mismo pueblo y el oeste), en lo que parece una emboscada en U. Todo el mundo está implicado en el combate, es una dura lucha donde el movimiento y el fuego juegan en un imaginario ajedrez de valles, collados, caminos y rocas. Pollo y su gente de la UEO responden al fuego y apoyan a las unidades afganas. En las cercanías de los vehículos españoles, se reciben entre cuatro y cinco impactos de cohetes. Mono le comunica a Flako que se adelante unos 350 metros en el despliegue para tomar las posiciones, mientras Tete y Lirón adoptan nuevas posiciones de apoyo. A su alrededor caen de nuevo cuatro cohetes, que llenan el aire de polvo, arena y esquirlas. Otro cohete vuela por encima de Candado, el tirador del vehículo de la UEO más adelantado, y suena, cuando pasa, como una ola de luz y viento. Las protecciones de los tiradores se llenan de impactos por la concentración de fuego sobre los blindados. Mediante el movimiento y el fuego, los vehículos más adelantados de la UEO rompen el contacto —empeñados en un combate duro y tenaz— hasta una posición más retrasada, con el resto del despliegue de la Task Force “Lince”, donde disminuye el fuego.
Los policías afganos pudieron recoger
el cadáver de su compañero,
uno de los nuestros
En ese momento existían tres orígenes de fuego de fusilería en las mismas áreas: uno al norte —respecto al pueblo de Ludina—, otro al oeste —cerca de la cota donde estaba el controlador de apoyos de fuego— y otro al noreste del despliegue. Se aprovechó este momento para cambiar la ametralladora de 12,70 mm de uno de los vehículos de la UEO —ya que durante su continuado uso en los combates se había roto la palanca de montar— por otra de respeto. La experiencia de los anteriores combates hacen necesario su transporte. Todo realizado dentro del mismo despliegue con gran diligencia y desprecio del fuego hostil. Entre Pruden y Quinn consiguen cambiar la ametralladora pesada en un tiempo récord, incluso exponiéndose al fuego enemigo.
Mientras tanto, a nadie le es dado el reposo en esos días, en esas horas, en ese lugar. Los vehículos de la Policía afgana pudieron llegar al Check-Point nº 2 y recoger el cadáver de su compañero, uno de los nuestros. El cuerpo sin vida del policía afgano sale hacia Qala-i-Naw. Van tres vehículos españoles con ellos para protegerlos. La UEO, después de cumplir esta misión, sigue combatiendo en apoyo de la Policía y el Ejército afganos.
Nada para, porque esta película no tiene un principio y un final hasta que la misión esté cumplida. Continuarán muchos días de combate. No se detendrá este ajedrez guerrero por las montañas de Afganistán. Cordobite, Pollo, Mono, Pruden, Mani, Cuervo, Flako, Lirón, Tete, Quinn, Friki, Candado, Bullfighter, los EOR y los pelotones del Regimiento Soria nº 9, que a veces les acompañan, saben que seguirán cumpliéndose misiones. Y en pocas horas volverán a recibir fuego enemigo, fusilería e impactos de RPG, para responder con más fuego y movimiento.
Empieza a oscurecer y la Task Force “Lince”, que va de regreso a Qala-i-Naw, sigue empeñada en los combates, pero sabe que la misión de recoger el cadáver de un compañero afgano caído se ha cumplido. Y ahora que es Ramadán, sus familiares, teniendo su cuerpo —que descansará para siempre—, pueden llorar su muerte. Tras varias escaramuzas y hostigamientos, la Task Force entra en la base de Qala-i-Naw a las 22.45. Es tiempo de descanso y de memoria.
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