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Como decíamos ayer… 525 años después
miércoles 24 de julio de 2019
Número: 87
El origen del empleo de sargento es casi tan antiguo como el nacimiento del propio Ejército. Fue a finales del siglo XV, como resultado de la creación del primer ejército moderno, cuando los sargentos comienzan a dar sus primeros pasos en una escala en la que tardaron siglos hasta su consolidación definitiva como suboficiales.
Poco tiene que ver aquella figura seleccionada por elección directa del mando —atendiendo a su experiencia en combate— con los sargentos que cada año eligen su destino tras su paso por la Academia General Básica de Suboficiales. Pero tampoco nada tendría que ver el sargento de hoy si no se tuvieran en cuenta sus 525 años de trayectoria.
«Es de justicia reconocer que el sargento ha sido, es y será el alma de los suboficiales, el espíritu que impregna de historia y tradición su manera de ser y de actuar», declara el suboficial mayor del Ejército Coloma.
Todos y cada uno de ellos son un ejemplo de los valores que encarna un sargento, a los que, a los propios de la milicia, se les suman los de su propio empleo: «disciplina, lealtad, y conocer muy bien a los que están por debajo», señala la sargento Jaén, destinada en el Batallón de Cuartel General de la Brigada “Guzmán el Bueno” X. A lo que añade: «Somos la columna vertebral del Ejército, el paso intermedio entre los oficiales y la tropa; nuestra misión es que se cumplan las órdenes correctamente».
Ella es una de las 746 mujeres sargento que han salido de la Academia, desde que en 1990, en la XVII promoción, cursara sus estudios la primera. Y la frase que resume la incorporación de la mujer es: «Normalidad con sus compañeros». Un avance más, sin duda, de los que han legado estos cinco siglos.
EN LA HISTORIA…
La figura de sargento nace en 1494. Sin embargo, no será hasta mediados del siglo XIX cuando exista una enseñanza militar “básica”.
En sus inicios, la propia experiencia del combate es la única escuela en la que se forman los sargentos. Su nombramiento depende, en la mayoría de los casos, de la elección directa. Se trata del único empleo intermedio entre la tropa y los oficiales.
En la Real Ordenanza de 28 de junio de 1632 se recogen las condiciones para el ascenso a sargento, pero en este caso tampoco es requisito el paso por la academia. Más tarde, en la Real Ordenanza de Flandes, de 1702, se dicta que el capitán escogerá al sargento entre los soldados que hayan servido ocho años, al menos, y que sean conocidos como hombres cueros y bizarros, que sepan leer y escribir. En esa época los índices de analfabetismo se sitúan en torno al 90%, por lo que ya era un requisito selectivo.
El 20 de noviembre de 1845 se da luz verde a las primeras Escuelas Regimentales de soldados, cabos y sargentos, que comenzarán a funcionar al año siguiente. Poco después, en 1853, se crea la primera Academia de Sargentos de Toledo, con el objetivo de preparar a los sargentos primeros que solicitaran su pase a Ultramar con el empleo de alférez o subteniente. En 1885 se crea la Academia Especial de Sargentos, fruto de una profunda reorganización de la tropa, orientada para formar sargentos para el ascenso a oficial.
El Cuerpo de Suboficiales no existirá como tal hasta 1931, aunque el sargento continúa incluido dentro de la clase de tropa. Será cuatro años después cuando se les integra como suboficiales.
Ya en 1955 se promulga una nueva Ley de Reclutamiento del Voluntario, así como el ingreso y permanencia en el Cuerpo de Suboficiales y Escala Auxiliar, hasta que, como consecuencia de la Ley de Bases 13/74 de creación de la Escala Básica de Suboficiales y Especial de Jefes y Oficiales, se crea, el 31 de mayo de 1974, la Academia General Básica de Suboficiales.
UNA IDENTIDAD DIFERENTE…
Algunas unidades, como es el caso de la Legión o de la Compañía de Mar, fundaron su propia Escala, con sus señas de identidad características. La creación del Cuerpo de Suboficiales de la Escala Legionaria se produce en 1933, dos años después de la instauración del Cuerpo de Suboficiales del Ejército. Esto les impedía obtener destinos fuera del Tercio. En 1935 se incluye, por primera vez en las plantillas del Tercio, a los sargentos entre los suboficiales, y no entre la tropa como hasta ese momento (en el Ejército se había hecho en 1934).
Con la creación de la Escala Básica de Suboficiales, en 1974, desaparecen algunas escalas del Cuerpo de Suboficiales. Sin embargo no será hasta el 1 de mayo de 1990 cuando se declare a extinguir la Escala Legionaria y puedan integrarse en la Escala Básica.
Similar fue el caso de la Compañía de Mar, que contaba con su propia Escala, hasta que desapareció en 1990 y sus miembros tuvieron la oportunidad de integrarse en otras unidades. Actualmente se mantienen tres suboficiales en activo, en el empleo de subteniente, que accedieron a través de la antigua Escala de Mar y permanecen en la Compañía. Es el caso del subteniente Lozano, que ingresó en ella en 1981. «Accedíamos como sargento contramaestre o sargento calafato», era una singularidad de la unidad, la más antigua del Ejército español.
EL SARGENTO DEL FUTURO
El Ejército de Tierra se enfrenta ahora a una gran transformación, de cara al nuevo horizonte fijado en 2035. El suboficial mayor del Ejército Coloma señala que el Ejército «debe invertir a largo plazo en soluciones tecnológicas y de equipo, así como en el factor humano como elemento esencial para el cumplimiento de sus misiones».
De este modo, la figura del sargento no es ajena al Ejército del mañana y será clave en la Fuerza 2035. «Los suboficiales y, particularmente, los sargentos, como líderes tácticos cercanos al combatiente, deberán estar preparados para reforzar su liderazgo y ser capaces de convencer, motivar, persuadir y arrastrar a los miembros de sus unidades y equipos hacia la consecución de un propósito común», señala.
No cabe duda de que el refuerzo de ese liderazgo será una pieza clave en la composición del nuevo horizonte, caracterizado por la volatilidad, la incertidumbre y la complejidad del nuevo escenario. El sargento del futuro cuenta para ello con 525 años de historia y de constante transformación que le han hecho adaptarse a diferentes situaciones. Ahora, una vez más, deberá asumir los nuevos retos que le esperan.
EL SUEÑO DE UNA ACADEMIA…
La creación de la Academia General Básica de Suboficiales (AGBS), con sede en Tremp (Lérida), en 1974, supuso la culminación de numerosos intentos, de varios siglos, por tener una formación reglada para la Escala de Suboficiales en España. «Al igual que sucedió con los sargentos de los Tercios, los de la Básica se han convertido con el paso de los años en una pieza fundamental de las compañías, gracias a la competencia y profesionalidad demostrada en la instrucción y preparación de su unidad», señala el suboficial mayor del Ejército Coloma.
Actualmente, la Enseñanza Militar para el Ingreso en la Escala de Suboficiales (EMIES) se divide en tres años, tal y como se recoge en la Orden Ministerial 60/2011, de 25 de agosto, por la que se aprueban los planes de estudio de formación militar para el acceso a la Escala de Suboficiales.
Con ello, la preparación comienza con un período inicial en la AGBS, donde los alumnos reciben una formación general militar, para después continuar en las Academias de las diferentes Especialidades. Poco antes de finalizar el último curso, los sargentos alumnos, regresan a la AGBS y realizan el ejercicio “Minerva”, previo a la entrega de Reales Despachos.
Durante el proceso de enseñanza y aprendizaje, al sargento se le forma como líder y como técnico en su ámbito profesional. Todo esto se ve reflejado en el ejercicio “Minerva”—el último antes de la entrega de despachos— y con el que se busca fortalecer la figura del jefe de patrulla, pelotón o equipo. «Son los propios alumnos los que lideran las diferentes estaciones de las que se compone el ejercicio», explica el suboficial mayor Viñuales, destinado en la AGBS.
De este modo se fomentan valores como el compañerismo, la lealtad, la disciplina y la cohesión del grupo. Cada uno tiene la oportunidad de liderar las estaciones de su especialidad y, de este modo, compartir con el resto lo aprendido en sus respectivas academias. Es una puesta en común, ya que cada estación representa lo que se hace en cada una de las academias.
El sargento Palomares, destinado en el Grupo Logístico de la Brigada “Guzmán el Bueno” X, destaca que la formación ha ido mejorando. Como componente de la última promoción antes del cambio de plan de estudios, en 2011, reconoce que cada vez la preparación es más completa. «Entré en 1998 como soldado y, después, en 2011, salí de la Academia como sargento. Personalmente es un orgullo tener un equipo a tu cargo y poder desarrollar las decisiones», manifiesta.
El suboficial mayor Viñuales reconoce que la formación ha ido cambiando y se ha adaptado a los nuevos tiempos. «Los sargentos terminan sus estudios con un grado de Técnico Superior del Sistema Educativo General, además de su propia Especialidad militar».
Tras más de cinco siglos, el sueño de tener una identidad propia es una estructura sólida.
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