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Historia del Mando de Canarias
La historia del Mando de Canarias podemos afirmar que es consustancial con la propia conquista de las Islas. Aunque en un principio, y de forma generalizada, las Islas y ciudades de Canarias se gobernaban cada una de forma independiente, con sus propios fueros, privilegios y ordenanzas, dependían del consejo de Castilla, es decir del Rey.
Debido a las incesantes sonadas de la guerra y los amagos de invasiones de los enemigos de la Corona, especialmente los ingleses, el rey Felipe II determina enviar a canarias a un jefe Militar, que como presidente de la Audiencia y Capitán General de mar y tierra las gobernase y defendiese. Para dicho cargo nombra, al que verdaderamente podemos señalar como primer Capitán General de Canarias, Don Luís de la Cueva y Benavides, llegando este a Gran Canaria en la primavera de 1589, siendo su primera decisión, nombrar en las siete islas personas a cuyo cargo estuviese el mando de las armas.
Desde el siglo XVII, la ciudad de Las Palmas cuenta con un “presidio” fijo con tropas voluntarias para la defensa de sus castillos, mientras que Santa Cruz solo a partir de 1723 pudo contar en permanencia con algunos oficiales y soldados del Ejército, reforzados cada vez que se producía un conflicto con la Gran Bretaña, con fuerzas veteranas con el cometido adicional de reorganizar y potenciar las Unidades de Milicias. Estas últimas fueron en un principio organizaciones militares de marcado carácter concejil, lo que dada la planta política del Archipiélago, en la que la jurisdicción de los Concejos coincidía con las islas, implicaba también que éstas fueran su término de implantación y el límite de su actuación. Formaban en sus filas todos los vecinos varones útiles entre los 17 y 60 años, que debían servir de manera gratuita, y pagando sus armas y equipo. Posteriormente, se instauran formalmente por Rodrigo Manrique de Acuña y Pedro Cerón, la milicia de Gran Canaria y bajo el gobierno de Juan de Miranda en 1553, la milicia de La laguna. Estos soldados canarios no disfrutaron del fuero militar hasta el año 1627.
Esta milicia tenía como agrupaciones tácticas, enumeradas de menor a mayor entidad: la escuadra, a cuyo frente estaba el caporal o cabo; la capitanía o compañía, mandada por el capitán, auxiliado por un alférez y un sargento; y la coronelía, que más tarde pasarían a denominarse tercios. La plana mayor de la milicia estaba conformada por el capitán general, que de manera regular coincidía con el Gobernador en su función de “capitán a guerra”, el alférez mayor y el sargento mayor.
De los refuerzos nombrados anteriormente en Tenerife, el más importante fue el presidido por el coronel graduado de infantería D. Nicolás de Mazía Dávalos en 1769, que llegó al Archipiélago acompañado de 172 mandos y soldados veteranos, a partir de los cuales organizó dos compañías fijas de Infantería, una en Las Palmas y otra en Tenerife, así como una de Artillería en Tenerife, la cual mantendría un destacamento en Las Palmas.
El General Gutiérrez reunió estas tres compañías para crear en 1792 el Batallón de infantería de Canarias, siendo esta Unidad, junto a los Regimientos de Milicias de La Laguna, Garachico, Gúimar y La Orotava, sobre la que descansó la contraofensiva de las tropas españolas que permitió rechazar a la fuerza de desembarco del almirante Nelson el 25 de julio de 1797. Dos años más tarde el Archipiélago recibió el refuerzo de los Regimientos Ultonia y América, al mando del Mariscal de Campo Marqués de Casa Cagigal.
La reforma del coronel Mazía Dávalos, redujo a trece el número de Regimientos en las siete islas. Nueve de ellos se hallaban en Tenerife (Regimientos de La Laguna, Tacoronte, La Orotava, Los Realejos, Güimar, Icod, Garachico, Abona y Forasteros), tres en Gran Canaria (Regimientos de Las Palmas, Telde y Guía) y uno en La Palma, mientras que el resto de las islas contaba solo con compañías sueltas.
En la época del entonces Capitán General D. Lorenzo Fernández Villavicencio y Cárdenas, «Marqués de Vallehermoso», traslada de la sede de la Capitanía, hasta entonces en la ciudad de La Laguna, a Santa Cruz de Tenerife, siendo ocupada desde entonces por Tenientes Generales, Mariscales de campo e incluso Generales de División y Brigada, y sus denominaciones han sido las de Capitanía General de Canarias, Comandancia de Canarias, etc., hasta el día de hoy que recibe la denominación de Mando de Canarias, dependiente directamente del General de Ejército JEME.
En todo este tiempo, cabe destacar en 1943, la época en la que el Mando Militar, ejerce también el Mando Económico de Canarias, siendo el Capitán General D. Francisco García-Escamez e Iniesta mediante el cual se desarrolla una extraordinaria labor en beneficio de la población civil. También, la Capitanía ha ostentado el mando de todas las fuerzas de tierra, mar y aire de las Islas Canarias (decreto 02/07/1951) e inspector sobre todas las fuerzas que guarnecen los Territorios de África Occidental Española (decreto 17/03/1950).