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Solidaridad sin fronteras

viernes 24 de abril de 2020

Nombre: 7945

En primera persona, contra la COVID-19

No hay fronteras en la lucha contra la enfermedad por el coronavirus SARS-coV-2. La operación “Balmis”, que desarrollan las Fuerzas Armadas en todo el territorio nacional, continúa sumando esfuerzos y el compromiso de los militares crece, a pesar del intenso trabajo que realizan diariamente.

La artillera Santalices, destinada en el Regimiento de Artillería Lanzacohetes de Campaña nº63, contribuye en las labores de desinfección de centros y residencias de mayores en León y Zamora desde la declaración del Estado de Alarma. Además, realizan patrullas en las que, cuando tienen ocasión, colaboran con la población civil, especialmente con los mayores. «Cuando vemos a alguna persona con la compra intentamos ayudarle», explica.

 

La artillera contribuye en la desinfección

La artillera contribuye en la desinfección

 

La operación “Balmis” ha coincidido con la emisión en televisión del programa internacional Juegos sin fronteras, en el que se pudo ver el pasado 17 de abril a la militar, junto a otros tres compañeros de la unidad, en televisión. Aunque fue rodado entre los meses de septiembre y octubre de 2019, para afrontar las pruebas fueron necesarios valores que se requieren en situaciones como la actual. Los equipos participantes se enfrentan a ciudades de otros países, y para ello requieren compañerismo, esfuerzo y superación.

 

El programa se grabó el otoño pasado

El programa se grabó el otoño pasado

 

La asturiana, junto al resto de los integrantes del equipo, civiles y militares, representaron en el programa a la ciudad leonesa de Astorga. «Realizamos un casting previo, en el que se seleccionó a las personas que lo integraban», señala la artillera.

Lo que vivimos en estos momentos es algo inédito para ella, y en sus, aproximadamente 14, años como militar en el Ejército de Tierra también lo es la operación “Balmis”. «Me siento bien conmigo misma», manifiesta. Sin embargo, en esta lucha, a veces, tiene que renunciar a unas cosas para poder contribuir a otras. Sin ir más lejos, ha preferido permanecer en el cuartel para no tener que desplazarse todos los días hasta su residencia en Orense y evitar contagiar a sus padres, con quienes vive.

Sabe que el virus no conoce de fronteras y, al igual que sus compañeros, trabaja sin descanso para poder frenar, lo antes posible, una situación que ya se ha cobrado miles de vidas humanas.