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lunes 8 de abril de 2024

Número: 011

Los miembros de las Fuerzas Armadas somos herederos y depositarios de la tradición militar española

Los alféreces alumnos de 5º curso, escala de oficiales y los caballeros y damas alumnos de 1º curso, escala de suboficiales, recibieron la «bandera mochila» o «de percha»

La Academia de Artillería ha rescatado la antigua costumbre de la entrega de la «bandera de mochila», costumbre que ha renacido en los últimos años en el Ejército, como lo era desde mediados del siglo XIX

Alféreces alumnos reciben la bandera mochila de la Academia de Artillería

Alféreces alumnos reciben la bandera mochila de la Academia de Artillería

Caballeros y damas alumnos 1º curso suboficiales reciben la bandera mochila

Caballeros y damas alumnos 1º curso suboficiales reciben la bandera mochila

Bandera mochila

Bandera mochila

 El viernes 5 de abril, los alféreces alumnos de 5º curso de la escala de oficiales y los caballeros y damas alumnos de 1º curso de la escala de suboficiales recibieron la «bandera mochila» o «de percha» en un sencillo acto organizado por la jefatura de estudios de la Academia de Artillería en el Polígono de Baterías.

La «bandera de percha» o «de mochila» era aquella que entre mediados del siglo XIX, aproximadamente hacia 1860, y principios del siglo XX, coincidiendo con los reinados de Alfonso XII y Alfonso XIII cuando por la Real Orden del 12 de diciembre de 1904 se fijó como prenda reglamentaria para todos los «Cuerpos del Ejército» por lo que se le entregaba a cada soldado, utilizándose como manta y para tapar las pertenencias del soldado depositadas sobre la percha o repisa del dormitorio cuando aún no se conocían las taquillas o estaban de campamento e inicialmente era de tela tosca, los colores en sentido vertical, no tenía vaina y algunas veces tenían unos cordones o cuerdas en los extremos para poder ser amarrada. En campaña, la bandera se llevaba guardada en la mochila y se empleaba para que las tropas de retaguardia pudieran identificar a sus propios compañeros de avanzadilla y también para señalizar la toma de un objetivo. Si el soldado moría durante la campaña, era enterrado envuelto en ella.

Sus medidas eran de 60x80 o de 75x90 cm. Solían llevar el escudo nacional y el nombre de la unidad colocado en paralelo a las franjas. Empezó a ser parte de la dotación del soldado del Ejército expedicionario a África y fueron estas tropas las que le compusieron para esta bandera unas canciones, de las que destacan las estrofas «Banderita tu eres roja, banderita tu eres gualda...» y terminaba diciendo: «El día que yo me muera si estoy lejos de mi Patria sólo quiero que me cubran con la Bandera de España».

Al terminar su periodo de alistamiento, el soldado regresaba a casa con la licencia absoluta enrollada dentro de un «canuto» y esta bandera como recuerdo de su unidad. En algunas localidades la familia la colgaba en una de las ventanas o balcones de la casa como señal de que su hijo o hermano había regresado felizmente, sirviendo para engalanar las casas de los pueblos y ciudades españolas los días festivos.

Con el fin de la guerra de África en 1927, la tradición de dotar al soldado de esta bandera fue perdiéndose hasta desaparecer con la llegada de la II República, pero con el tercer llamamiento de 1997, el entonces coronel jefe del Regimiento Inmemorial del Rey nº 1 la recuperó en esta Unidad y divulgó esta tradición perdida a los jefes de otras unidades, especialmente cuando estas empezaron a intervenir en misiones internacionales, volviendo a estar presente con nuestras tropas en Afganistán, Irak, Malí, etc… como en el siglo XIX lo estuvo en las guerras de África.

Los miembros de las Fuerzas Armadas somos herederos y depositarios de la tradición militar española, como así establece el artículo 21 del Real Decreto 96/2009, «Reales Ordenanzas para las Fuerzas Armadas». La recuperación de la bandera de mochila es consecuencia de ello, pero ya sólo con una función identificativa y de recuerdo de pertenencia a una Unidad.