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martes 15 de abril de 2025

Número: 09

El Grupo “Regulares de Melilla” N.º 52 se prepara para la Semana Santa

Ensayando

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Escuadra Gastadores Regulares 52

Escuadra Gastadores Regulares 52

Cuando el paso se convierte en oración y el uniforme en legado, cada pisada resuena como un eco de historia y compromiso. Honrar el paso firme de un soldado es más que disciplina y precisión: es alma, es esencia. Porque no es una marcha cualquiera, es Semana Santa. Cuando el Grupo “Regulares de Melilla” N.º 52 (GREG 52) entra en escena, no lo hace como una simple unidad militar; entra un pedazo vivo de la historia de España, fundido con las raíces más profundas de su pueblo. Durante once días no se instruye solo el cuerpo, se entrena el espíritu, se ajusta el corazón y se afina el alma. Para estar a la altura de esta cita, no basta con desfilar: hay que sentir cada paso como si fuera eterno.

Nos embarcamos, cruzamos el Mediterráneo no como quien cruza el mar, sino como quien cruza un umbral hacia lo sagrado. El deber se transforma en privilegio, el servicio en honor, lo terrenal en espiritual. Este año el GREG 52 se despliega como una sola alma, en cuatro días que no se olvidan:

Miércoles 16 de abril: Huércal-Overa (Almería) Tierra que nos abre las puertas con respeto y orgullo. Nosotros respondemos con el paso templado y mirada firme.

Jueves 17 de abril: Vélez-Málaga, un recorrido por el majestuoso paseo Torre del Mar que abre paso a la plaza del Ayuntamiento convirtiéndose en una gran exhibición: Nuba, Escuadra y Piquete, fervientes camaradas.

Viernes 18 de abril: Antequera. El tramo más arduo, donde los tronos corren con fuerza, en cuesta, escoltados por las fieles camaradas. Prueba de cuerpo y espíritu. Aquí no se camina: se honra.

Sábado 19 de abril: Setenil de las Bodegas (Cádiz), donde nuestro legado se graba con emoción y memoria entre rocas y callejuelas en uno de los pueblos más hermosos de España. Allí no dejamos huella...dejamos historia.

Son días que lo transforman todo. Días en los que el cansancio se convierte en oración silenciosa y cada aplauso en un “gracias” que se siente hasta los huesos. El uniforme ya no es solo prenda: es bandera, cruz y escudo. Y cuando las cofradías nos miran, sentimos que estamos en casa.