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Instituto de Historia y Cultura Militar

 

 

Revista de Historia Militar. Número Extra (1983). Monográfico sobre Francisco Villamartín

Bibliografía

El 24 de julio de 1872, Dª Clotilde, viuda de Villamartín, informaba al Gobernador Militar de Madrid del fallecimiento (el día 16) en la capital por causas naturales de “D. Francisco Villamartin y Ruiz, teniente coronel graduado, comandante destinado en el Batallón provincial de Tuy”.
Villamartin había nacido en Cartagena el 23 de julio de 1833, e ingresó en el Colegio General Militar de Toledo (por gracia, su padre el Capitán graduado Bruno Villamartín, profesor), a los catorce años. Promovido a subteniente de Infantería en 1850, desplegó una carrera militar acorde con los destinos de su Arma. Al principio, en los regimientos de Infantería Gerona (Vitoria) y Saboya (en Madrid). Actuó con este último en 1854 en la Vicalvarada, y en 1856 en Barcelona, donde resultó herido y se le concedió el empleo de capitán. Sirvió en Cuba casi durante tres años, pero, por problemas de salud, solicitó el regreso a la Península (1860), concretamente a la guarnición de Madrid.
Fue entonces cuando publicó, a cuenta propia, el libro que le ha inmortalizado como tratadista militar: Nociones del arte militar (1862), sin duda el tratado más completo, exhaustivo, y original de su tiempo en España. Lo articuló en cinco grandes apartados: política militar (muy innovadora entonces), estrategia y táctica, teoría de las fuerzas (estudio doctrinal), teoría del combate y operaciones (como casos particulares), y la historia militar, con una decidida apuesta por retomar la tradición española del estudio del arte militar. Completó este libro con otros estudios menores, entre ellos su viva defensa de una academia para las ciencias militares: Napoleón III y la Academia de Ciencias (1863).
Reconocido en vida por otros tratadistas coetáneos, como José Almirante, y luego por biógrafos muy destacados como Luis Vidart, se le concedió por este mérito el ascenso a comandante, la concesión de la Cruz de Carlos III, la incorporación del texto a las Academias Militares, una excedencia de cuatro meses en París para realizar estudios militares (que no pudo aprovechar), e incluso el interés, que no se ejecutó, de compensar al autor con la compra de la edición por parte de la Corona.
El texto es brillante, tanto en las definiciones, algunas de las cuáles debían ser aprendidas de memoria por los cadetes (guerra, disciplina, estrategia), como en la redacción de los conceptos. Preocupado por el aspecto social y español, reconocía el carácter inevitable de la guerra y su factor civilizador y de progreso (aun no deseándola). Muy probablemente, era un autodidacta, aunque se nota en sus escritos la influencia postromántica, el evolucionismo y el darwinismo social, y una marcada tendencia positiva por reglamentar sus conclusiones.
Ligó su destino dos veces al Marqués de Novaliches, particularmente en la acción del puente de Alcolea (la Revolución Gloriosa) de 1868, y, por esta y otras circunstancias de su carrera, no logró progresar en su escala, después de 25 años de servicio, muriendo en la desdicha. Aun así, nos lega sin duda el tratado militar español más notable del siglo XIX.