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jueves 28 de mayo de 2020

Número: 11 /2020

San Fernando, Patrón de los Ingenieros, paradigma de todo militar español

Estatua ecuestre de San Fernando en Sevilla

Estatua ecuestre de San Fernando en Sevilla

Fronteras aproximadas a la muerte de Fernando III

Fronteras aproximadas a la muerte de Fernando III

Rendición de Sevilla a Fernando III. Litografía de Serra (s. XIX). Historia de España Ilustrada. Rafael del Castillo

Rendición de Sevilla a Fernando III. Litografía de Serra (s. XIX). Historia de España Ilustrada. Rafael del Castillo

 

El sábado 30 de mayo se conmemora nuestro Santo Patrón, San Fernando.

Este año, a causa de la crisis provocada por la COVID-19, las restricciones que nos impone el estado de alarma nos impiden celebrarlo como se merece.

Pero no por ello vamos a dejar que esta fecha, tan importante para nosotros, para la Academia de Ingenieros, para el Arma de Ingenieros, pase desapercibida.

San Fernando, el rey Fernando III el Santo, fue el personaje más importante de toda la Edad Media española. Su vida está repleta de gestos humanos que resultaron decisivos, de decisiones que devinieron estratégicas, y de acciones cuyos efectos llegan a nuestros días.

Una vida llena de avatares dignos del guion de la mejor película. A medida que uno se adentra en su vida, también se pregunta cómo es posible que no hayan surgido ensayistas, editorialistas, escritores, guionistas o cineastas que, convenientemente analizado y explotado, no hayan podido ver en el personaje el filón filosófico, histórico y mediático que puede suponer. Es cierto que nuestra historia, la historia de nuestro Arma, está llena de ellos, pero nuestro Santo Patrón es otra cosa. ÉL, está por encima. Nunca mejor dicho.

Son innumerables los hechos, los detalles, detalles transcendentales, los méritos y las hazañas que se podrían citar de su azarosa vida. Pero me voy a fijar en la que probablemente sea la de mayor trascendencia, aquella que mejor representa su capacidad de ver más allá de los límites de sus reinos, más allá que sus coetáneos, más allá del tiempo que le tocó vivir, virtud esencial en un ingeniero, pero que, en el caso de Fernando, devino en la construcción …… de una nación.

Nuestro Fernando unificó las coronas de Castilla y León, con tanta eficacia, que jamás volvieron a separarse. Dio a la Reconquista un impulso sin precedentes, conquistó la práctica totalidad de Andalucía, y ensanchó Castilla hasta alcanzar el mar por el sur, tanto el Atlántico como el Mediterráneo. Llevó a cabo una magnífica labor integradora, repoblando las tierras reconquistadas e instaurando el castellano como lengua oficial en sustitución del latín. Y, al contrario de lo que era práctica habitual entre los monarcas medievales, no dividió su herencia, haciendo prevalecer su unidad. Es el precursor, el gran precursor, de nuestra España actual. Es el Patrón del Arma de Ingenieros, pero bien podría serlo de España.

Su trascendencia como hombre, sus virtudes y su ejemplaridad dejaron un poso de devoción hacia él entre el pueblo, que lejos de decaer con el paso de los años, se acrecentó. Hasta el punto de que más de dos siglos después de su muerte es subido a los altares. Nuestro rey Fernando III, pasa a ser nuestro San Fernando.

Transcurre casi siglo y medio más. Su influencia sigue sin decaer. En 1805 es propuesto como Santo Patrón de los Ingenieros Militares. Su demostrada habilidad para rendir plazas fuertes y castillos, su impulso de la construcción, la construcción en mayúsculas (catedrales como las de Burgos, León y el inicio de la de Toledo), su ingenio, demostrado en múltiples ocasiones, pero especialmente durante la conquista de Sevilla, donde sus capacidades de innovación brillaron, por ejemplo, en la inédita combinación de fuerzas navales y terrestres, y, por su puesto, su fomento del conocimiento, esencial en el ingeniero, al dedicar una atención sin precedentes a las universidades de Salamanca, fundada por su padre, y de Valladolid, que inauguró su madre, lo convertían sin duda en la figura más inspiradora posible para el ingeniero militar.

La figura de Fernando III el Santo infunde, a través de sus hechos, fortaleza, la necesaria para vencer los innumerables obstáculos que dificultaban sus empresas; lealtad, a sus vasallos, a su idea de España, y a sus vencidos: en las plazas conquistadas, los derrotados, mudéjares y hebreos, coexistían pacíficamente, bajo la atenta mirada del monarca, con los cristianos; valor, el necesario para acometer arriesgadas empresas aparentemente imposibles, y como ya quedó dicho anteriormente, ingenio, capacidad de innovación y destreza en su aplicación.

Fortaleza, lealtad, valor, ingenio y destreza, valores que llevamos a gala los ingenieros militares.  Valores de los que fue ejemplo hace 800 años nuestro Santo Patrón, y que no sólo siguen vigentes, sino que son esenciales para afrontar con seguridad el cambiante, vertiginoso, e incierto presente que estamos viviendo.

A lo largo de esta reseña se han mencionado muchos de los talentos que adornan la figura del Patrón del Arma de Ingenieros, pero no seríamos justos con la grandeza del personaje si nos limitásemos a parcelarlo así. Animo a cualquiera a zambullirse en la historia, en la vida de este hombre, guerrero y rey, y podrá comprobar que el compendio de sus virtudes humanas, habilidades castrenses, dotes de liderazgo, y capacidades para sobreponerse a las adversidades, lo convierten no sólo en el referente de todo ingeniero militar, sino en el paradigma de todo militar, de todo soldado español.

Fernando, hombre, guerrero, rey y santo.

¡Viva San Fernando! ¡Viva el Arma de Ingenieros!