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Novas

lunes 28 de noviembre de 2016

Número: 85

Conferencia sobre la vida de Fray Juan de Molina

Maria Pilar Saura. (Foto:OC-IGE. Sdo Tarancón)

María Pilar Saura. (Foto:OC-IGE. Sdo Tarancón)

Maria Pilar Saura y el padre Domingo Lorenzo. (Foto:OC-IGE. Sdo Tarancón)

María Pilar Saura y el padre Domingo Lorenzo. (Foto:OC-IGE. Sdo Tarancón)

Agradecimiento a María Pilar Saura. (Foto:OC-IGE. Sdo Tarancón)

Agradecimiento a María Pilar Saura. (Foto:OC-IGE. Sdo Tarancón)

 

El Palacio de Capitanía General de Barcelona fue escenario ayer del relato de la vida del venerable religioso de la Orden de la Merced Fray Juan de Molina y Entrena, nacido en 1579 en la localidad aragonesa de Carenas.

 

María Pilar Saura Pérez, doctora en Ciencias de la Información, ha investigado durante más de tres años sobre las encomiendas de Fray Juan de Molina, sus redenciones de cautivos y sus prodigios. Su vida ha quedado recogida en el libro «Fray Juan de Molina y Entrena, venerable mercedario (1579-1652). Camino de santidad», que brillantemente resumió en una conferencia pronunciada en el Salón del Trono del Palacio de Capitanía, escenario elegido por ser el primer convento de la Orden de la Merced, y cuya historia fue presentada con anterioridad por el teniente coronel Miguel Ángel Campanero, actual gobernador del Palacio de Capitanía o Palacio de la Merced.

 

El padre Domingo Lorenzo Mezquita, vicario provincial de la Orden de la Merced, intervino al finalizar la conferencia alabando la labor investigadora de la doctora Pilar Saura y agradeciendo las explicaciones sobre el Palacio del teniente coronel Campanero.

 

Fray Juan de Molina y Entrena

Fray Juan de Molina estudió Artes y teología, adquiriendo el grado de maestro. Fue comendador de los conventos de San Agustín de Calatayud, de Santa Eulalia de Pamplona y de san Lázaro de Zaragoza y nombrado definidor de provincia y redentor por Aragón y Navarra. Hizo dos redenciones partiendo desde el convento de la Merced, una en Túnez el año 1634 y otra en Argel en 1639, en las que rescató a 227 cautivos cristianos. A su regreso es nombrado comendador de Zaragoza. Murió con 73 años y fue enterrado en la Capilla del Eccehomo del convento de San Lázaro. En el Capítulo General celebrado en Huesca en 1682 fue considerado venerable.