`Los más mayores necesitan contacto físico y compañía´

Cuando los muertos se cuentan por miles, e incluso no tienen la oportunidad de despedirse de sus seres queridos, cada gesto, por pequeño que parezca, puede convertirse en un hecho heroico. Eso fue lo que le sucedió al brigada Exojo, destinado en la Brigada “Extremadura” XI, cuando le dio la mano de una mujer que se encontraba en un centro de mayores de Villa del Campo, en Cáceres, en estado de máxima gravedad.

El militar, jefe de la Sección de Reconocimiento y Descontaminación de la Compañía NBQ, realizaba labores de desinfección, el 26 de marzo, junto a sus compañeros, cuando la anciana, que superaba los 90 años de edad, le pidió que le tomara la mano. Él, manteniendo las medidas de seguridad, se acercó e hizo posible su deseo. Más tarde supo que la anciana, finalmente, había fallecido. «Lo ves en la televisión y parece que es algo que no es real, pero lamentablemente está sucediendo. Esa gente necesita contacto físico y poder sentirse acompañada», explica el suboficial.

Desde la declaración del Estado de Alarma, por la COVID-19, la Compañía NBQ de la Brigada se ha visto reforzada, multiplicando por tres su personal, para dar apoyo a las labores de desinfección de residencias de mayores, comisarías de Policía Nacional, estaciones de autobuses o cuarteles de la Guardia Civil, entre otros. La sección que manda el brigada está conformada por otros tres especialistas NBQ, con el correspondiente curso. Con el material en dotación en la unidad y los equipos de protección que utilizan están preparados para afrontar situaciones de mayor riesgo que la actual. «Las maniobras y ejercicios que realizamos nos han servido para estar más preparados y poder afrontar este tipo de actuaciones», asegura el militar extremeño. Asimismo, pone en valor el compromiso de sus compañeros en las labores que están efectuando

Desde que se reforzó la unidad, en el inicio del operativo, se ha formado al personal que no estaba, inicialmente, integrado en ella para los trabajos específicos que se están realizando. Tras ello, han recorrido cientos de kilómetros en las provincias de Cáceres y Badajoz y han llegado a desinfectar hasta cuatro centros o instalaciones diferentes en un solo día. «Algunas noches, cuando llego a casa, mi hijo ya está dormido», apunta el suboficial. Sin embargo, le reconforta saber que con su actuación y la de sus compañeros se está ayudando a personas que lo necesitan en un momento como el actual. «Es muy gratificante cuando cruzas una localidad y la gente sale a sus balcones y ventanas a aplaudir».

También tiene un momento para echar la vista atrás y recordar su paso por la Academia General Básica de Suboficiales. De ella extrae el compañerismo y lo aplica a situaciones como la actual: «Se crea una unión muy grande con aquellas personas con las que trabajas, y se acaba manteniendo en forma de amistad», asevera. Junto a ello, tampoco podrá olvidar todas las situaciones vividas, algunas muy dramáticas y difíciles de borrar, como la de aquella anciana que le pidió solo un poco de ternura y que él supo darle antes de morir.