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lunes 15 de junio de 2020
Texto no traducido 040
Cuatro militares de la Comandancia General de Baleares cuentan su experiencia en la "Operación Balmis"
Cuando continuamos con la “Operación Balmis”, para hacer frente al COVID-19, desplegando en infraestructuras críticas de Mallorca e Ibiza y realizando alguna descontaminación aislada, hemos querido conocer que piensan de esta experiencia, desde el punto de vista humano, los que han estado en primera línea, zapadores de la Unidad del Cuartel General que han formado parte de los equipos de descontaminación, infantes del Regimiento de Infantería Palma 47 que han realizado patrullas de presencia por todo el archipiélago y personal de la oficina de comunicación que los han acompañado para conseguir que con sus imágenes y videos se conociera, tanto a nivel interno del Ejercito, como por parte de la sociedad balear, el trabajo que estaban realizando.
Tras la primera actuación del Ejercito de Tierra en Baleares en la lucha contra el COVID-19, el 17 de marzo, en la dirección provincial de tráfico, efectuada por una unidad básica de descontaminación del Regimiento de Defensa NBQ (Nuclear, Biológica, Química), llegada desde Valencia, la unidad de descontaminación de la Comandancia General de Baleares formada por la unidad de zapadores y el equipo de veterinaria militar DDD (desinfección, desinsectación, desratización), ha efectuado un total de 56 acciones de descontaminación en estaciones marítimas, aeropuertos, residencias de día, instalaciones penitenciarias, centros de salud, residencias de discapacitados, centros sociales, parques de bomberos, instalaciones de la policía nacional y policía local, 21 de ellas han sido en Mallorca, 27 en Menorca, 7 en Ibiza y 1 en Formentera .
El cabo Gerónimo Paris Alvarez y el cabo Rafael Ortiz Zambrano, pertenecientes a la unidad de zapadores, han tenido una participación muy activa estos meses formando parte de los equipos de descontaminación. Para Gerónimo París operador de maquina pesada y con instrucción en minas y explosivos, propias del arma a la que pertenece, le sorprendió el verse enfundado de un día para otro en un traje de defensa NBQ (Nuclear, Biológica, Química) recibiendo instrucción para descontaminación de instalaciones y encontrándose frente a un escenario que nunca hubiera imaginado…. desinfectando una residencia de ancianos. Recuerda Gerónimo como los empleados de los centros, al ver el ritmo tan intenso que llevaban los militares, se contagiaban del mismo y rápidamente se ponían delante para ir despejando los armarios o como la mirada perdida de un niño autista en otro centro, cambió, acompañándola de una sonrisa, cuando los vio entrar enfundados en sus trajes NBQ , se sintió más satisfecho aún, si cabe, del trabajo que estaba realizando con sus compañeros. Le llena de orgullo saber que ha contribuido a salvar vidas y piensa que estas actuaciones han afianzado los lazos entre el Ejército y la Sociedad a la que servimos. Rafael Ortiz, compañero de Gerónimo en la unidad de Zapadores, ingresó en el Ejército con 18 años, ya lleva 15 de servicio, para él la Operación Balmis ha representado un reto por lo atípico de las circunstancias y reconoce que le ha hecho reflexionar durante todo el proceso, este virus le ha enseñado que no importaba la edad, clase social, nivel educativo, todos estábamos expuestos y ansiosos. A pesar de la incertidumbre y el respeto a lo desconocido que representaba este virus, cree que su unidad ha demostrado tener la capacidad para llevar a cabo, con tenacidad y empeño, las tareas asignadas, se siente orgulloso de ella y de poder proteger y cuidar a los ciudadanos en esta situación de crisis, le duelen las vidas que se han perdido y reconoce la extraordinaria labor que han hecho y sigue realizando el personal sanitario, dando lo mejor de sí e incluso su propia vida. Nos anima a reflexionar, ser prudentes y seguir alerta porque aún queda mucho camino por recorrer, pero está seguro que en la unión está la fuerza y que de esta saldremos.
El Regimiento de Infantería Palma 47, ubicado en el Acuartelamiento Jaime II, continua con su despliegue en infraestructuras criticas de Mallorca e Ibiza, pero durante esta pandemia ha sido el responsable de realizar patrullas de presencia, para prestar seguridad y generar confianza en 40 municipios de Mallorca, 4 de Ibiza y 7 de Menorca, un total de 51 municipios de Baleares han visto durante algo más de dos meses a los militares del Palma 47 patrullando por sus calles. Zoraida Fontclara, mallorquina, de Alcudia, pertenece al Batallón Filipinas del Palma 47, ha formado parte de las patrullas de presencia, tanto a pie como en vehículos, participado en el despliegue de infraestructuras críticas y apoyado en la transformación del Hotel Palma Bay en centro medicalizado, lo que le ha enseñado esta pandemia es que cuando las cosas se ponen difíciles hay mucha gente dispuesta a ayudar incluso poniendo en riesgo su propia vida, ella junto a sus compañeros, han trabajado noche y día para preservar la seguridad y la salud de la población balear , independientemente de la fatiga, horas de trabajo o estado de ánimo propio, dándose cuenta de lo bonito que es servir a tu país y que ese esfuerzo se vea recompensado, porque al final lo que más valora es recibir el agradecimiento de tu propia gente en momentos tan duros, como el caso de un vecino de la zona que cada día, junto a su familia, les ofrecían comida y bebida en señal de agradecimiento.
Sergio Cañellas Gilabert, nació en Barcelona, pero llegó a Mallorca cuando aún no había cumplido un año de edad, en el Ejercito lleva 17 años, ha pasado por Kosovo y Bosnia en misión de pacificación y ha estado destinado durante tres años en Nápoles, en un Cuartel General de la OTAN, su trabajo desde hace cuatro lo desempeña en la oficina de comunicación pública, lleva siempre encima la cámara de fotos y la de video, grande su responsabilidad porque sus imágenes van a transmitir las actividades que realizan sus compañeros. Durante la pandemia se ha empotrado con los equipos de descontaminación y las patrullas de presencia, como si fuera uno de ellos, pero no desinfectaba, ni patrullaba, captaba todo aquello que realizaban con sus cámaras. Me dice que lugares que conoce de toda la vida eran irreconocibles, ¡Que soledad! puertos, aeropuertos, calles, plazas, carreteras, antes con vida, ahora desiertos, me rodeaba e impregnaba su silencio, dice. Mis fotos, videos, a pesar de realizarlos en color, los veía en blanco y negro, a medida que dejamos atrás esta crisis empiezo a sentir como ese silencio pierde terreno, las imágenes van recuperando su color, el color de una lucha que de momento vamos ganando.
Cuatro testimonios, de cuatro militares, de cuatro personas, que se pueden hacer extensivos a todos los militares de la Comandancia General de Baleares, aún expectantes ante la evolución de la pandemia y que igualmente podríamos extrapolarlo a los 120.000 hombres y mujeres de las Fuerzas Armadas que han estado implicados en la “Operación Balmis”.