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Entrenamos como combatimos

miércoles 19 de agosto de 2020

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Es un hecho que los espacios que plantearán un mayor desafío y riesgo serán aquellos que estén incluidos en zona urbana. Así lo establece el propio Jefe de Estado Mayor del Ejército, general de ejército Francisco J. Varela, en el documento “Visión 2035”. Por ello, en la instrucción y adiestramiento no se puede obviar tal realidad, debiendo enfocarse, en gran parte, a adquirir competencias para enfrentarse a situaciones que se desarrollen en estos ámbitos.

La potenciación de la instrucción individual y el adiestramiento colectivo en zona urbana es un hecho en la mayoría de los países de nuestro entorno. Así, se fomenta la construcción de centros destinados a ello, y dotados de todos los elementos necesarios para su uso. Algunos ejemplos son el “Muscatatuck Urban Training Center” (Estados Unidos) o el “Schnöggersburg” (Alemania).

En esta línea, se encuentra en fase de estudio un proyecto, iniciado por la Cuarta Subinspección General del Ejército, para la transformación de la antigua fábrica de armas de Valladolid en un polígono de combate en zona urbanizada llamado a convertirse en uno de los más grandes de Europa. Este terreno, dependiente del Ministerio de Defensa, se encuentra situado en los términos municipales de Cabezón de Pisuerga y Santovenia de Pisuerga (ambos en Valladolid) y cuenta con una extensión de más de 300 hectáreas que se destinarán al levantamiento de este nuevo espacio (ubicadas entre la base “El Empecinado” y el Campo de Maniobras y Tiro “Renedo-Cabezón”).

Entrenamos como combatimos

Los planes para comenzar las labores necesarias para lograr convertir estos terrenos en un polígono de combate urbano, moderno y avanzado, pasan primero por su certificación como suelos no contaminados y su posterior entrega al Ejército de Tierra, algo que está previsto ocurra entre la segunda mitad del 2020 y principios del 2021. «Desde ese mismo momento, el centro estaría operativo para su uso, a la par que se continuaría con los trabajos de mejora» apunta el comandante Ferrándiz, jefe de personal y logística de la Plana Mayor de Mando del Regimiento “Farnesio” nº 12.

 

Se tratará de una gran ciudad

que permitirá el adiestramiento

en múltiples escenarios

 

Los trabajos para el acondicionamiento de la zona están siendo multidisciplinares puesto que es necesario el asesoramiento de especialistas de todo tipo: desde combate urbano (unidades ligeras y pesadas), bosque y subterráneo, hasta ingeniería, pasando por logística, NBQ, etc. Distintas unidades ya han reconocido el terreno, realizando aportaciones a un grupo de trabajo compuesto por miembros de diferentes unidades y creado para desarrollar un documento de necesidad funcional que recoja las mejoras oportunas para adecuar las instalaciones actuales a unas enfocadas al combate y C-IED en ambiente urbano: instalaciones de apoyo, accesos, zonas de seguridad o la implementación de nuevas tecnologías, entre otras. Este último punto es, precisamente, otro elemento a destacar. La presencia de sensores, cámaras, consolas de datos y demás soportes, así como el uso de tecnología de última generación, es muy útil en este tipo de instalaciones. El empleo de la realidad aumentada, la inteligencia artificial o la robótica inteligente permite complementar estas experiencias, ampliando la capacidad de simulación de escenarios y situaciones de forma económica, y así evaluar con mayor rigor la actuación de las unidades ante los problemas a los que se enfrentan. Se plantea que cámaras y sensores instrumentalicen los edificios y permitan el uso de la realidad aumentada, así como el combate contra fuerza enemiga con simuladores de duelo. Además, una red wifi interna permitirá el seguimiento de las unidades que operen y el envío de información al combatiente. «El objetivo es que los sistemas de simulación presentes sean, también, capaces de interactuar entre ellos», comenta el comandante Ferrándiz, quien también es miembro del citado grupo de trabajo.

En esta “gran ciudad” se buscará materializar el mayor número posible de opciones: desde barriadas (con mayor o menor densidad de población) hasta infraestructuras clave (hospitales, estaciones de ferrocarril, puestos de policía, etc.). Con una ambientación muy real, en la que se incluirán ruidos, olores, vehículos abandonados o drones de vigilancia, se pretende que la logística y la tecnología permitan modificar los elementos (vías de acceso, interior de edificios, etc.) con el fin de dar mayores opciones de adiestramiento.

 

UNA ZONA PRIVILEGIADA

Son muchos los atractivos con los que cuenta esta área para instalar allí un polígono de combate en zonas urbanizadas: una amplia extensión de terreno, un entorno natural diverso y una gran cantidad de construcciones de distinta índole. Así, se han contabilizado hasta 187 edificaciones, agrupadas en seis sectores, que presentan características muy variadas. Las distintas alturas de los edificios y la presencia de todo tipo de terrazas los hacen idóneos para realizar incursiones verticales, a la vez que la gran cantidad de habitaciones y su distribución irregular dificultan el mando y control de las unidades, por lo que se requiere de un buen planeamiento previo. La existencia de túneles que conectan diferentes zonas y edificaciones, una densa área para el combate en bosque y la proximidad del río Pisuerga aportan más elementos para poder ampliar las opciones de ejercicios que se podrían llevar a cabo. «El coste de construirlo partiendo de cero sería enorme», señala el comandante Ferrándiz.

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UN TIPO DE COMBATE MUY EXIGENTE

Uno de los inconvenientes propios de las intervenciones en zonas urbanas es la diversidad de espacios que presentan: edificaciones muy dispares (viviendas, hospitales, centros diplomáticos, lugares de culto, etc.), terrenos desiguales (parques, ríos, etc.) e infraestructuras clave (ferrocarriles, aeródromos, torres de electricidad y comunicaciones, etc.). Todo ello, sin olvidar la posible presencia de población civil. Saber enfrentarse a esta situación requiere de un entrenamiento específico y continuo, con el fin de materializar con éxito las posibles operaciones que se deban realizar en estas zonas. De ahí que la máxima de “entrenamos como combatimos” (en inglés, “we train as we fight”) se hace muy oportuna en este caso, puesto que el entrenamiento en espacios simulados, lo más fieles posible a la realidad, permite adquirir unas capacidades tácticas, de reacción y de adaptación al medio muy útiles para cuando haya que encarar una situación real.

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